Riis, riiis.
Un intento por recuperar siquiera un instante aquella cremosidad fresca.
Riis, riiis.
Tal vez quede un resto minúsculo, postrero, bien al fondo.
Riis, riiis.
De manera definitiva, no hay ya nada.
Mi vecina de mesa deja casi con desprecio el cadáver del yogur, que -¡necio!-, se ha terminado.