En los últimos años, fruto de las múltiples crisis por las que pasa España, la ciudadanía ha asociado gran parte de nuestros problemas al bipartidismo; consideran que la gestión de los dos grandes partidos, PP y PSOE, es la que nos ha conducido a la situación actual; así, el bipartidismo se asocia con elementos tan negativos como la corrupción o la mala gestión económica. Estos mismos motivos son los que parecen subyacer en el crecimiento de Ciudadanos. De hecho, un año antes del surgimiento y auge de los partidos emergentes tres de cada cuatro españoles (74 %) ya pensaban que sería conveniente para nuestro sistema político que PP y PSOE dejaran de ser los dos únicos partidos predominantes en la escena política y que compartieran el protagonismo con otros partidos de ámbito nacional. Además, el deseo de acabar con el bipartidismo es transversal a todos los grupos sociales e ideológicos.
Ese hartazgo y rechazo que sienten y sufren los españoles explica el crecimiento de "Ciudadanos", partido político, hoy muy bien valorado por los electores, que parece ocupar el tercer puesto en intención de voto y que llevará a la urnas fundamentalmente a una parte sustancial de votantes desencantados de los principales partidos. A. Rivera ha declarado con sentido común, claridad y firmeza que su partido, "Ciudadanos" es, por un lado, socialdemócrata y, por otro, liberal conservador. Se identifica con la labor de los padres de la Constitución del 78 y defiende la Transición, de la que se siente heredero, de ese periodo ejemplar de consenso y concordia en el abrazo y entendimiento entre las fuerzas políticas del momento. Es proclive a las reformas institucionales; arraiga su acción política en una experiencia contrastada en la pugna con el nacionalismo catalán; frente a otros que exhiben inútiles arrogancias, estos de Ciudadanos muestran humildad y la propia realidad de que no llegarán a representar a todos.
"Alberto Rivera, dice J. Torné-Dombidau, "luce un inteligente argumentario, junto a la defensa de postulados y valores liberales y convincente sensatez. Trae con aire fresco su mensaje inserto en el razonamiento y la palabra. Ya, en duros años en el Parlamento Catalán, ha ido desarrollando su esfuerzo en defensa de la democracia, la constitucionalidad, el respeto a la legalidad y a la soberanía de los españoles. El sistema político español de la vigente Constitución "niega toda razón, cualquier fundamento o justificación, si alguno tuviere, la secesión de uno de los territorios componentes de nuestro viejo estado; esta es la batalla ideológica y comprometida en la que está A. Rivera, el cual se apoya en la razón, en la reflexión, en el argumento y en los valores humanos y liberales".
Hay, por tanto, numerosas incertidumbres por despejar en los próximos meses, pero en medio brilla la esperanza de que en toda acción política reine siempre lo mejor para la Nación y se procure el bien común.
C. Mudarra