A Roma Con Amor. Crítica de Rouse Cairos

Publicado el 16 septiembre 2012 por Mixman

Roma para todos.
 La última película de Woody Allen consiste en cuatro relatos independientes entre sí, situados en el marco de una encantadora Roma para turistas, es decir con el glamour de sus lugares clave, su música más popular y un espíritu ligeramente más zumbón y extrovertido. En contraste con “Medianoche en París”, que se remitía esencialmente a la edad de oro que encerraba el pasado de la ciudad, en “A Roma con amor”, la mirada se sitúa en el presente de historias cotidianas, más prosaicas y banales, que pudieran ser entrevistas por un policía de tránsito o un curioso vecino que -situado en las alturas de algún edificio- espiara desde su ventana a los personajes que se mueven por los lugares emblemáticos de esta ciudad cosmopolita. 
Fugaces presentadores que Allen usa precisamente para abrir y clausurar las cuatro historias sin conexión entre sí, protagonizadas por un elenco desbordante de estrellas internacionales como Penélope Cruz, Alec Baldwin, Roberto Benigni, Ellen Page, Jesse Eisenberg y hasta el mismo Woody que encuentra un papel a su medida. Desde los acordes iniciales con la voz de Domenico Modugno y las imágenes de la Fontana di Trevi se indica que la mesa está servida para que un público amplio pueda disfrutar de una comicidad ingenua con gestos histriónicos y enredos múltiples que no excluyen a los habituales chistes neoyorquinos con observaciones filosóficas y acotaciones sobre el arte, la fama o los amores malogrados. 

 Con mayor liviandad y espíritu lúdico, los temas y las obsesiones de un Allen más descomprimido siguen en su eje conocido: la infidelidad, la fragilidad del amor, el temor a la vejez y a la muerte. Pero entre chistes intelectuales junto a escenas de farsa se construye una comedia coral con un espíritu más latino que sajón. Los relatos nunca resultan aburridos con sus variados momentos de humor optimista y cinematografía consistente. Aunque sus resultados no satisfacen por completo, tampoco caen en el ridículo ni decepcionan, ya que -ante todo- hay un estilo intacto que se traduce en una película agradable.
 En la coyuntura entre el viejo y el nuevo cine, Allen se sostiene como uno de los últimos de la vieja escuela, alternativa a la industria que sólo produce tanques con efectos especiales o comedias que no le llegan ni al principio de los talones. Siempre dentro de las inquietudes, el ritmo y la calidad de los diálogos habituales de los filmes de Woody Allen, las historias que conforman “A Roma con amor” tienen diferencias estilísticas entre sí, como la inclusión de lo extraordinario a través del personaje interpretado por el veterano Alec Baldwin que funciona como contrapunto fantasmal de la conciencia amorosa del joven Jesse Eisenberg (el enfant terrible de “La red social”), aquí enamorado de la manipuladora actriz interpretada por Ellen Page.

Esta diversidad narrativa se reitera con la situación totalmente inexplicable del hombre que se vuelve famoso de la noche a la mañana o el absurdo estético de la historia sobre el cantante lírico. Sin embargo, en el relato de la inexperta pareja de Antonio y su esposa Milly (Alessandro Tiberi y Alessandra Mastronardi), todo funciona en base a un realismo con toques de farsa que provoca las mayores risas. Tal vez allí se den las situaciones más cercanas a los cuentos de Boccaccio, porque hay que recordar que Allen admitió haber buscado inspiración en los relatos de “El Decameron”, donde zumban la picardía, la sexualidad, el vitalismo, las mentirillas graciosas y las moralejas de los que se percibe una afortunada influencia.
Nota Final de A Roma con Amor: 7 de 10