El solo hecho de tener que escalar montañas, y alcanzar difíciles recovecos para conseguir un ejemplar, casi justifica por sí sólo las múltiples historias y leyendas que se han generado en torno a Edelweiss.Pero aún hay más.
Edelweiss vive camuflada. Se esconde bajo la apariencia de una sola flor, cuando en realidad es un conjunto de diminutas florecillas que han evolucionado y crecen agrupadas para sobrevivir.Como el amor, la flor Edelweiss espera en algún lugar recóndito y prácticamente inaccesible a que alguien la descubra para llevársela. Aunque son tantos los que la persiguen, que corre el riesgo de extinguirse y ha tenido que ser declarada especie protegida. Su belleza y fortaleza han alimentado una leyenda viva que esconde ciertos misterios.
Hoy y ahora, 22 de diciembre, ofrezco al lector una de esas leyendas, mi leyenda:Tamara, la Edelweiss Una noche, una estrella le confesó a la luna que sentía envidia de todo aquello que vivía en la tierra y que deseaba abandonar el firmamento para convertirse en flor. La luna, despechada y enfadada, decidió vengarse enviándola a una de las montañas más altas de la tierra.Allí, la estrella, bañada por el manto blanco de la
Sorprendida, pero halagada, la mujer apartó sus manos, recorrió su rostro silenciosamente, y con una tierna sonrisa le habló: – Amado mío, abrumada me hallo ante tus hermosas palabras y el dulce mensaje con el que las proclamas. ¿Pero no te parece que una declaración de amor debe ir confirmada por una gran hazaña?
El joven abrió los ojos aturdido, y con firmeza volvió a apresar sus manos entre las suyas, mientras decía convencido, cuenta la leyenda de: – Hermosa Edelweiss, ¿Qué es lo que queréis? Porque os aseguro que conseguiré todo aquello que deseéis; si así logro demostraros el amor que os profeso.
– Enamorado mío, os tomo la palabra. – replicó ella.- Éste es el momento de que os vayáis, porque el reto que os vengo a proponer no está al alcance de
miedosos ni cobardes… Cuenta una leyenda que una estrella a la tierra llegó, convirtiéndose en la más bella flor que habita donde el hielo y las nieves esculpen las altas montañas. “Si es verdad que por mi mueras, allá a buscar esa flor fueras… y ya te aviso, que si no la consiguieras, tampoco mi amor obtuvieras”
El joven palideció ante tal reto, sus mejillas se encendieron y apretando los puños juró:– Por tu amor, Edelweiss, yo traeré esa flor. Y se marchó con un firme caminar.
Dicen que pasaron muchos, muchos días, y que el apuesto joven nunca regresaba. También dicen que, aunque ella reía todas las mañanas, cuando las estrellas cubrían el firmamento, si nadie la veía, lloraba, y rogaba que él volviera junto a ella.Parece, aunque no es nada seguro, que la pena acabó una de esas frías y largas noches de invierno, en la que según cuentan generación tras generación los vecinos del lugar, a las montañas salió totalmente desnuda a buscarle, gritando su nombre hasta desgarrarse la voz, y nunca más se la volvió a ver.…Pero por lo que yo se, el final de la leyenda no es cierto:Aquel hombre, ya no tan joven, volvió finalmente de lo alto de la montaña, portando el Edelweis allí obtenido, y halló todavía, esperándole, a “su” Edelweiss, que se había refugiado aguardándole en Ucrania; hay quien dice que en los Cárpatos, allá por el monte Goverla; y otros creen que más bien en las llanuras de Kremenchug, cerca de río Dniéper. Mas lo cierto es que, juntos ya, él entregó la flor conquistada, que se mantenía lozana, como prenda y prueba eterna de un amor que ambos habían