Cuando el futuro queda a tus espaldas, mortecino y ausente, las cadenas se disuelven con el ácido del fin, las costuras asfixiantes revientan y es cuando más puedes ejercer la vida sin miedo. Cuando la esperanza ha pasado de ti como de la mierda, te queda el orgullo de no depender de su angustiosa presión. Cuando nada importa todo es posible. El tiempo araña devastador, a no ser que sea lo que ya no tienes. El error funciona con rabia por entre los vivos ingenuos. La perfección solo pertenece a los muertos. La humildad de saberse mortal no es fácil y la escasez de personal es lo normal. Pero quienes saben que tienen en sus manos el último día de sus vidas, tal vez comiencen a vivir. Al mandar todo a tomar por culo puede ser que te lo tomes todo extrañamente en serio. Nos pasamos la vida preocupados con insustanciales ocupaciones, hasta que un buen día sea el último. Entonces solo nos queda elegir hacer lo que nos hace felices o dejar malogrados desperdicios que no tengan ni un solo día que valga la pena.