A Torna dos Pasás

Por Smiorgan

Hay gente empeñada en dar un giro radical a los vinos elaborados en Galicia. O al menos dispuesta a seguir sus ideas y convicciones más allá de modas, ventas, recomendaciones económicas y demás. Eso es lo que puede uno pensar cuando lee que alguien como el colleiteiro Luis Anxo Rodríguez Vázquez, actualmente presidente de la DO Ribeiro, decide no sacar al mercado el año que viene sus dos vinos de gama más alta, y de escasísima producción, porque "quiere que pasen dos años en botella en vez de uno". En fin.

Hay vinos con los que su elaborador intenta expresar algo. Reflejar su terruño, dejar hablar a castas autóctonas y, al menos antaño, en peligro de desaparecer, o dejarnos ver su forma de hacer las cosas.

Para este vino, Luis Anxo utiliza un coupage de 4 castas autóctonas gallegas. Brancellao, de alta resistencia y baja productividad, que da origen a vinos varietales estructurados y de calidad. Ferrol, de aromas intensos y penetrantes, que produce vinos ácidos y de poca graduación. Caíño Longo, de maduración tardía, da origen a vinos intensos y frutales. Y Caíño Redondo, uva rústica de alta productividad, que se complementa bien con otras variedades.

Con estos mimbres, se teje un vino del que se elaboraron 4000 botellas numeradas y 100 magnum. Fermentado y macerado en depósitos de acero inoxidable con temperatura controlada, y criado en barricas de roble francés y americano de segundo uso. Ni filtrado ni sometido a frío. Es A Torna dos Pasás 2008 (DO Ribeiro, tinto con crianza; Brancellao, Ferrol, Caiño Longo y Caiño Redondo; Luis A. Rodríguez Vázquez): precioso color cereza con ribetes amoratados. A copa parada, gran  expresividad de fruta roja y negra, que tras agitar la copa se acompaña de un fino especiado, recuerdos balsámicos y minerales muy suaves. En boca tiene una acidez viva, con un paso fresco y frutal, nuevamente una muy leve mineralidad, y un suave tanino (algo verde?) al final. Alegre, fresco, vivo y expresivo, que te pone una sonrisa en los labios.

Este vino, como el Finca Teira de Manuel Formigo, los Patio de Samuel Cano, Las Tabaneras y otros, son vinos que me hablan, que me dicen algo que no siempre se expresar y transmitir más allá de una serie de sensaciones organolépticas, pero que nunca me dejan indiferente.