La rabia, el miedo y la tristeza comenzaron a latir lento.
Fue entonces, cuando después de la liberación, entendí el significado del amor propio y disfruté viendo al fin, como la vida se desplegó ante mí con toda su gama de colores, y sencillamente sentí la libertad que da la no necesidad de propiedad.
El único sentido de la vida, era VIVIR.