¿A un nacionalismo siempre se le opone otro nacionalismo?

Publicado el 18 diciembre 2013 por Vigilis @vigilis
¿Toda respuesta al nacionalismo crea a su vez otro nacionalismo? No. Una vez dicho esto ya puedo hablar de otras cosas... que no, que os he engañado, que pienso daros la murga con el monotema. Pienso estar dando la murga con el monotema hasta que os sangre la nariz. ¿Por qué? ¿Por qué no?
Dice Gregorio Luri que la comunidad política existe en tanto se trasciende a sí misma y que por lo tanto toda política es metafísica o teología. Luego todo antinacionalismo será al fin y al cabo otro nacionalismo «que rinda culto a otros dioses». El barroquismo del señor Luri nos viene a decir algo que ya hemos visto en otras partes: existe una disputa de nacionalismos. Centro y periferia se disputan fuerzas tensionales políticas y al fin y al cabo quien lleva una bandera a quien más se parece es a otro que lleva otra bandera. Que tanto da pez que pescado. Que si por un lado tenemos a los pesados nacionalistas periféricos, en el otro lado del ring tenemos a los pesados nacionalistas centralistas.

¿Qué dices Hamás? No te escucho sobre el sonido de mis impresionantes F-15.

Niego la mayor. Una comunidad política no existe necesariamente en tanto se trasciende a sí misma. Esto, de hecho, es un pensamiento esencialista. Es lo que podrían pensar los nacionalistas de todo color o los mulás afganos. Yo defiendo que la comunidad política —la sociedad política— se puede determinar con construcciones legales y jurídicas de caracter no trascendental.
Pongamos de ejemplo a Portugal. Tras el pronunciamiento de Cabezas de San Juan que dará inicio al Trienio Liberal en España, se produce en Oporto un golpe de estado contra el regente inglés que estaba en Brasil entrevistándose con el rey. A este levantamiento en Oporto le siguen otros en otras ciudades. Cuando el regente inglés quiere desembarcar en Lisboa le dicen que no. Un par de años después, las Cortes portuguesas proclaman la primera constitución de ese país e incorporan las conocidas novedades de los doceañistas españoles. Aparece Portugal como sociedad política sin ánimo de ser trascendente. No hay un mandato divino ni un objetivo esplendoroso en el horizonte. Lo que hay es una Constitución, unas leyes y un montón de aburridos burócratas. Punto.

1822, los portugueses aprueban su Constitución. Los portugueses, no los portugueses a quienes les gusta el fado.

Y es aquí cuando desaparece el sentido trascendente y el esencialismo. Aburridas leyes aprobadas por diputados van dando forma a la sociedad política bajo el paraguas constitucional. No hay teología ni metafísica.
¿Niega esto que a un nacionalismo se le enfrente otro nacionalismo? No. ¿Niega esto que a un nacionalismo secesionista se le enfrente otro de caracter centralista? Tampoco. Lo que esto niega es que delante del secesionismo se sitúe necesariamente otro nacionalismo. Bien puede estar lo que se conoce como patriotismo constitucional o constitucionalismo. Hay que recordar que si hablamos de constitución y si hablamos de soberanía nacional, esta soberanía incluye a los elementos secesionistas. Ellos tienen la misma condición de ciudadanos que los demás y por tanto los mismos derechos y deberes. Aquí está parte de la clave del asunto: si por un lado tenemos a constitucionalistas que defienden lo mismo para todos, por otro lado tenemos a quienes no defienden lo mismo para todos. Unos creen que tienen un derecho trascendental que les confiere el poder de arrebatar parte del país a la nación. Otros no creen en ningún poder trascendental sino en la representación política de sus inquietudes en señores calvos y bajitos que se reúnen en un parlamento. La diferencia es abismal. Los nacionalistas son de Marte, los constitucionalistas de Venus.

¡Diablos!

Es evidente que sí existe un nacionalismo español. Sí hay gente que cree que el sentimiento de pertenencia a España debe producir leyes. Esa gente piensa que la identidad española es algo que los hace especiales frente a otros (especiales=superiores. Nadie que se crea especial reconoce inferioridad. Nadie dice "soy especial, soy una mierda"). ¿Tiene algo que ver esto con el constitucionalismo? No. Al constitucionalista se la suda que te sientas del Betis, que te sientas español y que tu color favorito sea el azul. Al nacionalista español, por contra, le emociona que te sientas español y quiere que ese sentimiento cree la comunidad política y la mantenga unida. Pero sus razones también se podrían aplicar para que los aficionados del Betis se constituyan en nación.
Yo entiendo que haya interés y confusión en mezclar nacionalismo español y constitucionalismo. Primero porque al secesionista le es fácil desarmar los argumentos del adversario si su contrincante "también" es nacionalista. Pintar el conflicto político como un choque de nacionalismos, iguala a los bandos. En segundo lugar porque los constitucionalistas no se esfuerzan por explicar su posición. Un constitucionalista no está en contra del secesionismo porque le gusten la fabada, Felipe II y los goles de Xavi. Un constitucionalista está en contra del secesionismo porque hay unas leyes que si dejamos de cumplir nos convertimos en Latin Kings. Y es que al fin y al cabo el nacionalista (secesionista o antisecesionista) no se diferencia mucho del Latin King. Fuertes lazos de unidad basados en un sentimiento de pertenencia.
Choque de nacionalismos

Lo de poner fronteras según los idiomas me suscita una pregunta: ¿la gente que habla varios idiomas puede elegir a qué nación pertenece? ¿Tendrán que desplazarse? ¿Echarse al monte? ¿Cómo funciona esta movida?

Hay un fenómeno que a mi me llama poderosamente la atención. Los secesionistas de todas partes del país se unen en lazos de solidaridad. Una vez identificado el enemigo en el nacionalismo español (lugar en el que incluyen a los constitucionalistas porque les da la gana), hacen pìña juntos. El nacionalismo catalán y el gallego no entran en conflicto, no compiten, no chocan. Y eso es asombroso.
No veo a ningún iluminado del BNG dando un discurso explicando cómo afectará a las pensiones de los gallegos la secesión catalana (os lo adelanto yo: afectará negativamente). No veo a ningún secesionista catalán dejando de apoyar el proceso de ruptura vasco basado en el asesinato y la tortura, con lo que eso a la hora de dar imagen de normalidad y de respeto a los Derechos Humanos puede significar.

El cálculo que hacen es que frente a un enemigo común, se fortifica la posición propia mediante la alianza. Cara a las elecciones europeas esto se ve muy bien. Tienen la idea de una Europa étnica (lingüística), que represente a las naciones étnicas (lingüísticas). Los estados de los que forman parte quedarían como "residuos" o si acaso ellos mismos delimitarían y establecerían otras naciones residuales ("Castilla", "Mezzogiorno", "Serbia y Montenegro"). Es decir, ellos no sólo iluminados en la fantasía de llevar la voz cantante sobre "sus" naciones decidirían el futuro de éstas, sino del resto que ni pincha ni corta en sus planes. Si el mundo real fuera como la partida del Civilization de Sid Meier que tienen en la cabeza, Cataluña y Córcega chocarían en algún punto de esa bella isla. ¿Alguien se cree que este choque se solventaría con soluciones democráticas y amables? ¿Alguien es tan inocente? En el momento en que tienes una visión esencialista de las sociedades políticas, el espacio para no comportarte como un Latin King desaparece.
Y ahora es cuando podría hablar del Tercer Reich. Los alemanes eran unos Latin Kings que se apropiaron de los Sudetes porque allí había gente que hablaba alemán. Claro, el Tercer Reich podía "arreglar" las fronteras de los demás a su gusto porque tenía ejército y unos rivales que buscaban la pacificación. No caeré en la comparación facilona de nuestros secesionistas circenses con la máquina de matar alemana. Son cosas que no se parecen: nuestros secesionistas no tienen ejército.
Los desastres de la guerra (1985, Mario Camus):