Que no es necesario irse muy lejos para descubrir bellos rincones o lugares de gran interés turístico es algo con lo que estarán de acuerdo conmigo, pues en cien kilómetros a la redonda tenemos rincones y pueblos para quitar el hipo. Muchas veces, por desconocimiento, por pereza, tardas en descubrirlos, como ocurrió hace unos meses cuando viajando por la provincia de Valladolid, descubrí el pueblo medieval de Urueña.
La primera pregunta que me surgió es cómo no lo había conocido hasta entonces, y no había encontrado en la voz de algún viajero generoso una reseña que te empujara a conocerlo.
Quienes me conocen un poco saben lo que disfruto viajando. En los últimos años he viajado por los pueblos del norte de España, buscando historias nuevas. Procuraba llenar los días libres visitando aquellos lugares que los demás se cansaban de decir que eran los más bonitos. Y lo cierto es que ninguno me defraudó, en todos encontraba algo que llenaba mi espíritu. De ahí esta madeja viajera en la que iré rescatando impresiones que recibí en tantos pueblos y ciudades con encanto.
Por ejemplo, había leído cosas bonitas sobre Urueña. Este pueblo atesora uno de los cascos urbanos mejor conservados de la provincia de Valladolid. La verdad es que no lo parece, cuando llegas desde Palencia y hasta que te aproximas a la muralla y comienzas a caminar por ella. Uno de los muchos miradores desde donde se pueden conseguir buenas panomáricas de la Tierra de Campos.
Como vengo desde Valdeolmillos, en compañía de Margarita y Cristina, tan embebidas de románico, vamos a conocer la ermita santuario de Nuestra Señora de la Anunciada, a dos kilómetros del pueblo, uno de los mejores ejemplos del Arte románico en la meseta castellana. Se trata de un edificio del siglo XI, construido en sillarejo, con muros muy gruesos, sin contrafuertes, con detalles lombardos.
Este lugar, en otro tiempo enclave fronterizo entre los reinos de Castilla y León ha ido reencontrándose con su persona. Quienes lo han gestiona, han acertado plenamente y ahora mismo reciben la recompensa en forma de viajeros que llegan de todas partes a sus puertas.
LA MADEJA | VIAJANDO POR CASTILLA | DIARIO PALENTINO
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