"Somos marionetas guiadas por los hilos del destino". Dudar del presente, añorar el pasado y temer el futuro. Ese es
nuestro sino. ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? -que diría Manrique-. No lo creo. Siempre hay una razón, siempre hay un por qué o por quién luchar, a pesar de todo. El miedo a mirarnos de
frente, como lo hacen los animales, el miedo a decir, con palabras, lo que nuestro pecho grita, es el por qué de nuestra existencia; la suma al fin de todo nuestro sentido: el miedo a nosotros
mismos, el miedo al fracaso, el miedo al futuro, el miedo a no hacer lo correcto, el miedo a LA VIDA.
Quisiera poder ser libre para enfrentarme a tu mirada y decirte: Te Quiero. Así, a bocajarro. Decirte, siempre te he
querido... desde que te conocí -hace ya tantos años-, desde que entraste en mi vida, como por casualidad, aquel verano de finales de los ochenta.
Me quedo con tantas cosas. Me llevo tanto, que si supieras lo feliz que eso me hace, jamás dejarías de pensar ni un
solo instante que significas mucho para mí. Que significáis todo para mí. Me quedo con el mejor regalo que me podías hacer -de manera involuntaria, pues ni siquiera lo has sabido, ni lo sabrás
nunca- me quedo con haber crecido a tu lado niña.
El silencio, a veces, no es igual a cobardía, ni a miedo; a veces, es un símil de demasiado respeto. Por eso, es bueno
no callar lo que pensamos. Por eso lo pongo por abierto, porque cuando alguien es como tú, se merece que lo digan en alto y bien claro: Siempre estaré a tu lado.