Carta VIII
LA PROVOCACIÓN
A veces a tu cuerpo lo filtran los cristales, se inficiona en
el aire y en el humo y se solidifica como un pájaro viejo que se tiende sobre la cama.
Para arrancarte la piel no me hacen falta los dedos, basta con soplar
como en superficies antiguas
y recupero tu corazón entre las raíces blancas que se hunden
incluso sin tocarlas.
Así quiero comerte el corazón como manzana como piedra pómez como tubérculo.
Como quien espera
y repasa latitudes a lo lejos mientras mastica. Y si puede,
que siga latiendo, como un animal
sin piel
y con espasmos.
EMMA PEDREIRA
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