Una de ellas nos dio a conocer la noticia de que EE UU pone en marcha el mecanismo legislativo por el que la Cámara de Representantes -y posteriormente, el Senado- podría destituir (impeachment) al presidente Donald Trump de su cargo, si se confirma que ha presionado (chantajeado) a un país extranjero (Ucrania) para conseguir debilitar a un rival (Joe Biden, candidato demócrata a las próximas elecciones) en la política doméstica. Según un denunciante anónimo, perteneciente a los servicios de inteligencia, “el presidente está usando el poder de su cargo para solicitar la interferencia de un país extranjero en las elecciones estadounidenses de 2020”. Llueve sobre mojado en la forma de proceder, sin respeto a la legalidad ni al cargo, del tramposo Trump, quien ya había sido investigado por un fiscal especial acerca de la trama rusa que presuntamente intervino para favorecer su elección y que concluyó que no podía imputar al presidente, pero tampoco exonerarlo. En esta ocasión, al parecer, existen pruebas contundentes de sus conversaciones, transcripciones no literales, con el presidente ucranio para que le hiciera “el favor” de abrir una investigación sobre la empresa en la que estuvo vinculado el hijo de Biden como consejero. En esa conversación había Instado al presidente ucranio que se pusiera en contacto con el abogado personal de Trump y con el fiscal general de EE UU, a fin de coordinar las acciones, asegurándole, a cambio, que Ucrania volvería a disponer de fondos de ayuda militar por valor de cientos de millones de dólares, préstamos que, efectivamente, a los pocos días se descongelaron. La impunidad en el abuso de poder del mandatario norteamericano puede tener, ahora, los días contados. Es, pues, una de las buenas nuevas que deparó la semana.
Tal cúmulo de buenas noticias, que excepcionalmente destacaron entre las habituales de signo negativo que acaparan el contenido de los medios, alimenta la esperanza en un futuro en que las leyes y las instituciones protejan eficazmente a los ciudadanos de quienes hacen caso omiso de la legalidad, abusan de su poder y desprecian la voluntad y el interés general de la población. A veces, se producen buenas nuevas que no nos hacen perder la espèranza.