A veces hay un baile en el salón

Por Negrevernis

Es meticuloso en sus acciones y ordenado en herramientas y espacio. Todo sigue un ritmo preestablecido, minucioso, deliberadamente programado.
Revisa la parrilla de la televisión para la noche y señala el programa elegido. Tendrá lugar después de la cena, cuando ya nadie pueda ocupar el espacio y todo quede así invadido por sus utensilios. Sin romper el ritmo, la cesta de mimbre se irá vaciando; las prendas, que guardó preservando sus arrugas, quedarán desmontadas sobre la tabla, sin distinción de tamaños, colores o dueños, colocada en el mismo centro exacto del salón, a medio camino entre la puerta y la ventana. Jerséis, camisetas y chaquetas se irán apilando en exactos montones distribuidos a izquierda y derecha -Él, yo, Niña Pequeña. La para mí tediosa tarea se convierte así en un sincronizado baile de prendas, agua, vapor y plancha: coger, estirar, revisar al aire, alisar sobre la tabla, comprobar calor y agua, estirar y repasar lentamente, doblar, recoger, apilar.