A veces me pregunto: «¿Todo esto hice yo?»

Publicado el 21 octubre 2019 por María Bertoni
El documental de Ruciello desembarcó el 31 de enero pasado en el cine Gaumont.

«No soy famoso, soy popular» aclara Omar Borcard en alusión al reconocimiento obtenido desde que Un cine en concreto empezó a circular por festivales en 2017, y sobre todo desde que se estrenó en Buenos Aires a fines de enero pasado. En diálogo con Espectadores, el protagonista del documental de Luz Ruciello explica: «Lo mío se termina; la fama no. Fijate en Palito Ortega, Sandro, Cacho Castaña, toda una vida de fama. En cambio lo mío es transitorio. Justamente eso es lo que me produce la tristeza que sentí cuando volví de Perú donde me sentí tan amado y ovacionado».

Al albañil entrerriano de 65 años se le nublan los ojos pardos cada vez que recuerda la atención recibida, no sólo en el 21º Festival de Cine de Lima, sino en proyecciones especiales, en programas de televisión y radio, en encuentros con periodistas de medios gráficos. Programadores, cronistas, espectadores sucumbieron ante este argentino que construyó solo –ladrillo sobre ladrillo, sin ninguna ayuda institucional, dos veces– una sala de cine en su pueblo natal. 

«Cuando se estrenó la película en el Gaumont, me llevaron a Canal 9, a Crónica TV, Mariana Mactas de Telenoche viajó a Villa Elisa. Me hicieron notas desde donde te imagines. Al día siguiente de volver de Lima, me puse a llorar en casa. Mi señora me preguntó por qué y le contesté: porque volví a mi pueblo donde nadie me da bolilla. Entonces me entró el miedo de caer en una depresión cuando ya nadie escriba sobre mí ni me recuerde». 

E: ¿Cómo es eso de que no le dan bolilla en su pueblo?

OB: El estreno de Un cine en concreto no cambió nada en Villa Elisa, donde nunca fui profeta. A Cinema Paradiso siguen yendo las mismas personas que iban antes de que saliera el film de Luz Ruciello; no se sumó gente nueva. Algunos me felicitan por Facebook pero después nunca van.

E: ¿Por qué piensa usted que no van?

OB: En el pueblo consideran que el cine ya fue, que pasó de moda, que pueden mirar películas en la comodidad de su casa, todas esas tonterías. Además me discriminan mucho por mi color político y porque Cinema Paradiso es una sala pobre, humilde. Pero los turistas de Buenos Aires salen todos enloquecidos.

E: ¿Cuál es su color político?

OB: Soy peronista en un pueblo donde nunca, en 138 años de Historia, el radicalismo perdió una sola elección. Pero yo a mis convicciones no las negocio; no voy a cambiar mi color político para conseguir una ayuda.

Borcard terminó de construir una primera sala de cine en 2000, catorce años después de que se cerrara la única habilitada en Villa Elisa. Le llevó 168 domingos, único día que podía consagrarle a este sueño. Una vez terminado el recinto, instaló las sesenta butacas que le cedió en comodato la comisión directiva de la biblioteca popular del pueblo, y reparó y puso en funcionamiento el proyector Gaumont de 1928 que le donó un sacerdote.

Tiempo después, la Justicia ordenó la demolición de la sala, en respuesta a una demanda que reclamaba la disponibilidad del terreno ocupado. El albañil volvió a dedicar sus domingos a la edificación de un nuevo Cinema Paradiso en una parcela que le cedió su familia política.

Borcard posa delante de la primera sala que construyó en Villa Elisa.

Hoy las funciones tienen lugar los fines de semana; sólo algunos estrenos exitosos se repiten algún día de lunes a viernes. «Y a Un cine en concreto la proyecto cada tanto por si alguno todavía no la vio».

Cinema Paradiso no tiene aire acondicionado, y no se le instalará ninguno mientras la tarifa del servicio eléctrico correspondiente resulte impagable. Por el calor que hace durante el verano entrerriano, Borcard cerrará la sala entre principios de diciembre y fines de febrero para revisar el estado de las butacas, pintar techo y paredes, y llevar adelante otros arreglos.

En septiembre, cuando asistió a la proyección de Un cine en concreto en El Más Acá Club Cultural de San Telmo, Don Omar conoció a dos azafatas. «Desde entonces estas chicas me dan una mano; compraron varias cosas para el cine: un tapiz para la pared, luces de emergencia, una mezcladora de sonido».

E: ¿Cinema Paradiso cuenta con apoyo del Estado municipal y/o nacional?

OB: Durante un tiempo la Municipalidad me otorgó un subsidio de mil pesos por año. Ahora va a asumir una intendenta nueva que dice que va a aportar; mientras tanto pedí la construcción de una vereda frente al cine pero todavía no la hicieron. Y a nivel nacional, una vez me preguntaron por intermedio de Luz Ruciello si necesitaba algo. Les pedí una pantalla y nunca contestaron.

Borcard sostiene que su sala convocaría a más espectadores si el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales le concediera una habilitación especial y «al menos de vez en cuando» le facilitara la copia de algún estreno de cine argentino. «Cuando yo las proyecto, las películas ya salieron en DVD y entonces están disponibles para cualquiera».

Omar se reunió con Espectadores el miércoles pasado en uno de los dos bares ubicados en la esquina de Lavalle y Ayacucho. Por esa zona del barrio porteño de Once, compra los films que exhibe en Villa Elisa. Desde que Mauricio Macri asumió como Presidente de la Nación, el dinero le rinde cada vez menos: una película que antes pagaba 120 pesos ahora cuesta 700.

«La situación no está nada fácil. Yo cobro la entrada 25 pesos y después cuento con el dinero que donan algunas personas*. En este momento tengo 27 mil pesos para pelearla, pero el viaje que hice hoy a Buenos Aires me salió 5 mil entre los pasajes de ida y vuelta en micro y la compra de las películas».

E: A usted le preocupa que los chicos vayan al cine. ¿Sigue sin cobrarles entrada, tal como muestra el documental?

OB: Quiero que los chicos vayan a Cinema Paradiso por varias razones: para sacarlos de la calle y alejarlos de la droga, para darles una oportunidad de esparcimiento, para que conozcan la experiencia de ir a una función de cine. Cuando yo abrí la primera sala, había chicos de 15, 14 años que nunca habían visto una película en pantalla grande.

Por las dificultades económicas, tuve que empezar a cobrarles entrada a los chicos. Como tengo un kiosquito, a veces les regalo un alfajor, alguna cosita para que la salida sea completa.

E: ¿Y van los chicos al cine?

OB: Algunos van cuando proyecto películas de Disney o de ese estilo. Además este año una docente me tiró la idea de llevar a sus alumnos y después se sumaron otros maestros. Fueron unos doscientos chicos en total. 

E: ¿Qué películas lleva a Villa Elisa?

OB: Proyecto cine hace ya casi veinte años, así que conozco bien el gusto del público de mi sala: sobre todo comedias, algo de drama, algo de acción, no muy violentas. También las películas del Lejano Oeste, que ya no pasan en ningún lado. Del cine nacional, son favoritas aquéllas donde trabajan Ricardo Darín y Federico Luppi. Y siempre elijo copias dobladas porque hay gente grande que no quiere leer los subtítulos.

E: ¿Y qué cine le gusta a usted?

OB: Veo de todo menos ciencia ficción. Me gustan las películas de acción, pero no cuando son muy sangrientas, y aquéllas basadas en historias reales. Las de Darín, casi todas. Y si me das a elegir, me quedo con películas como Mujer bonita y Pasante de moda.  

Cuando Espectadores le pregunta qué película vio por primera vez en su vida, Borcard contesta sin dudar Pampa bárbara. La mención del largometraje de Lucas Demare y Hugo Fregonese lo retrotrae a su infancia. «No teníamos luz; teníamos una radio, de madera, a pila, y yo a los siete años andaba todo el día escuchando a Leo Dan, a Palito Ortega, a Violeta Rivas. Me encantaba ese mundo y, el día que lo descubrí en el cine, no pude separarme más».

E: En el documental se declara admirador incondicional de Palito… 

OB: Así es.. Una vez le hice un trabajo de albañilería a un conocido que se lo pasaba hablando mal de Palito. Le dije: «si seguís criticándolo, no vengo más».

E: ¿Que le gusta de Palito?

OB: Palito viene de muy abajo como yo. Él fue canillita; yo fui canillita. Él fue lavacopas; yo fui lavacopas. Además me gustan sus canciones simples, que hablan de amor, que no dan golpes bajos. Tiene cincuenta años de carrera y sigue llenando los lugares donde va.

Con un proyector de 1928 empezó a funcionar Cinema Paradiso.

Borcard cuenta que, desde que montó Cinema Paradiso, dejó de ver cine en televisión. «Siento que no lo vivo», explica antes de agregar que, para promocionar cada película proyectada en su sala, inventó el slogan Vela en tu casa o vivila en el cine.

E: ¿Qué ve o vive usted cuando mira Un cine en concreto?

OB: Trato de dejar de ser Omar Borcard y de ponerme en el lugar del espectador que descubre a Omar Bocard. Entonces veo a un tipo que no sólo ama las películas, sino que quiere darles a los chicos un espacio de esparcimiento y a los grandes la oportunidad de volver al cine. Un albañil que trabajó 168 domingos, y que cada lunes posterior retomó su trabajo con muy poca salud por el asma y por problemas de columna. Un hombre que tuvo que construir una segunda sala después de que le demolieran la primera.

A veces me pregunto ‘¿Todo esto hice yo?’. Después me veo el cuerpo diminuto y los brazos flacos y reconozco la fuerza interior que tengo.

Don Omar viajó el miércoles pasado a Buenos Aires para comprar películas.

En el bar de Once, Borcard se refiere a la mezcla de felicidad y pena que siente cuando cierra la sala al término de cada proyección. «Estoy contento por la película que mostré pero al mismo tiempo me pregunto dos cosas: cuántas funciones me quedan y quién va a ocuparse de la sala cuando yo no esté».
Para enfrentar estos fantasmas y el miedo al olvido, en el transcurso de 2019 Don Omar escribió el guion de una historia de amor. Tiene en mente dirigirlo y encarnar al padre del protagonista masculino.

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* Los lectores interesados en donar dinero para la sala Cinema Paradiso de la localidad entrerriana de Villa Elisa pueden realizar una transferencia a la cuenta cuyo CBU es 3860035505000040173505.