… a ver, ¿Cuánto aguanto la respiración?

Por Natali Yager

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Estoy parada en el punto central de la ciudad de los vientos; justo viviendo el tiempo de los movimientos. Miro el cielo e intento dejar de reír para que los cachetes tengan su descanso. Varias cosas avanzan un tramo y se cortan, comienza otro tramo de las nuevas épocas y esta vez es el final. Los finales más cercanos a los días nublados y a la mucha lluvia. Todo es cortito y sin meditación. Todos los comienzos se arrebatan y se tuestan anticipados en períodos casi inestables.

Eternos justo así, en el intento por entender si estamos de acuerdo o si todo nos llevaría a otro lugar. (Si olvidasemos nos llevaría a otro lugar).

Resulta simple en la distancia seguir al viento bajo tormentas desorientadas, dentro de brújulas imprecisas, recorriendo espectáculos a baja iluminación. Resulta simple, pero imposible.   Busco la calma

Sin embargo los recuerdos existen, y los reconocemos como personajes compañeros de calles, de despedidas, de charlas en off… se siente la presión del reconocimiento en el cuerpo blando, en el cuerpo tenso, aplastado en suelos que no nos corresponden con el hoy, los reconocemos sin haber entendido el lugar donde brota la magia de las épocas que se reconocen lejanas pero sin embargo propias. (¿de dónde, de dónde, de dónde?)

Pero me pregunto dónde va esta corriente y no la entiendo; tiene todo un sabor a nube, a niebla, a humedad que va secando y a una lluvia llovizna sin causas. Las cosas son y no son; tal lugar no es muy seguro que exista…

...este tiempo es la eternidad de los silencios enfadados

Hoy le tocó escenografía a aquella calma que se arremangó y así nomás entró al aire… “a ver cuánto aguanto la respiración”.

…a ver, ¿Cuánto aguanto la respiración?