No sé si Darwin llegó a tener noticia de la secular bestialidad de la que algunos humanoides, habitantes de una ciudad llamada Tordesillas, en la comunidad autónoma de Castilla y León del reino de España, llevan haciendo gala desde hace unos centenares de años. Imposible saberlo... Pero desde luego, si hubiera llegado a conocerlos les habría clasificado en el lugar más bajo de la escala evolutiva, muy por debajo de las amebas primigenias.
Eso son, amebas sin cerebro, sin sentimientos, sin nada que recuerde su condición de humanos, meros ectoplasmas, entes con apariencia física de seres pensantes que, esta mañana, este 15 de septiembre de 2015, han celebrado la muerte de un noble animal, "Rompesuelas", en un rito bestial conocido como El Toro de la Vega, que nadie con autoridad, ni el ayuntamiento de la ciudad de Tordesillas, ni la diputación provincial de Valladolid, ni el gobierno de la comunidad autónoma de Castilla y León ni del Reino de España, ni la Fiscalía General del Estado ni el Juzgado de Guardia, se han atrevido a suspender por el "qué dirán". ¡Malditos sean todos del primero al último! Cobardes sin cerebro, apestosos, pusilánimes humanoides indignos de participar en la escala evolutiva.
Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua,
amigos. HArendtEntrada núm. 2439
elblogdeharendt@gmail.comLa verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)