Hay columnas periodísticas que no dejo nunca de leer: diariamente, las viñetas de los dibujantes de Canarias7: Morgan, y La Provincia: Padylla y Montecruz, de Las Palmas; y las de El País: El Roto, Forges, Peridis y Ros; y El Mundo: Gallego y Rey, Ricardo, Guillermo e Idígoras y Pachi, de Madrid. Y cuando tocan, las de Elvira Lindo, Javier Marías, Manuel Rivas, Juan José Millás, Fernando Savater, José Ignacio Torreblanca, Manuel Jabois o Javier Cercas, entre otros, también en El País. En El Mundo, un diario que nunca ha sido santo de mi especial devoción, leo con interés, aunque no siempre comparta lo que dice, a Arcadi Espada. Pero hoy me quito el sombrero ante la conversación alalimón que reproduce este último diario madrileño entre el escritor y académico Arturo Pérez-Reverte y el cantautor y "filósofo" Joaquín Sabina. Se titula Pérez-Reverte y Sabina, a la lumbre de un tequila, y les recomiendo su lectura con especial énfasis.
Dos de los creadores más irreverentes del panorama dan cuerda a sus entusiasmos, asombros y desafectos en todo lo que les sale al paso: cultura, educación o política. Una conversación cómplice entre risas, tabaco y libros, difícil de repetir, dice de ella el autor del reportaje, el periodista Antonio Lucas. Se tenían ganas. Nunca antes se habían sentado a hablar. Están al tanto el uno del otro, a lo lejos, desde los años 80, cuando aún eran potros de pantalón estrecho que estrenaban una forma rabiosa de caminar. Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) saltaba socavones de obús en las guerras y Joaquín Sabina (Úbeda, 1949) hacía unos solos primorosos de kazoo en sótanos oscuros y sin reputación. Uno emitía cada noche un parte dramático en el Telediario y el otro un inventario de risas y excesos en cualquier galpón. Resistieron intemperies. Traiciones. Desengaños. Hoy aguantan los jirones de la edad y mantienen la yugular llena de sangre. Son dos palabrones vacunados con una trivalente de ideas propias. Viven ajenos al tintineo de tanto falso delicado con cuello de piqué. Hablan directamente, dejando todo dispuesto para una barricada. La palabra no se les encasquilla fácilmente. Si disparan, dan. La cita es en casa de Sabina, un mediodía con seis gatos, seis balcones, seis vasos de tequila y una hora por hacer. El músico anda con faja por una cirugía y muchos días de hospital. Estrena libro de dibujos publicado por Artika en edición limitada de 4.900 ejemplares, todos firmados a mano y con precio fuerte: 2.100 euros por pieza. El escritor, por su parte, anda enredado en otra novela. Ambos mantienen ese punto corsario donde la juventud les permanece. "Hasta ahora sólo nos habíamos saludado una vez, en el Café Gijón, y me acuerdo bien de aquel día porque me llamaste Joaquinillo, como si nos conociéramos de toda la vida". Así arranca este encuentro inflamable, dice el autor del mismo... Y yo no les cuento más, arriésguense a leerlos, que los van a disfrutar.Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos.
HArendtEntrada núm. 2611elblogdeharendt@gmail.comLa verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)