Los buenos historiadores (porque también los hay malos y mediopensionistas y subvencionados) tienen asumido que, como decía Nietzsche, y en cierto modo Ortega, "no existen hechos, solo interpretaciones". A pesar de ello se esfuerzan continuamente en la búsqueda de una objetividad que "sólo" los hechos pueden dar.
Entre esos historiadores está, sin duda, Henry A. Kamen (1936). Henry A. Kamen estudió en la Universidad de Oxford y obtuvo su doctorado en el St. Antony's College. Posteriormente enseñó en las Universidades de Edimburgo y de Warwick, y en universidades de España y de los Estados Unidos. En 1970 fue elegido miembro de la Royal Historical Society (Londres). En 1984 fue nombrado a la cátedra Herbert F. Johnson, del Institute for Research in the Humanities, Universidad de Wisconsin-Madison. Fue profesor del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Barcelona desde 1993 hasta su jubilación en 2002. Desde entonces ha continuado dando conferencias, y escribiendo, y vive actualmente entre los Estados Unidos y en España. Fuertemente influenciado por los métodos de investigación y filosofía social de los historiadores de la escuela francesa de la revista Annales, ha intentado combinar historia cuantitativa con análisis sociológico y narrativa accesible. En la manifestación histórica que reunió en Barcelona, comienza diciendo en su artículo de ayer en el diario El Mundo, a todos los dirigentes de España y a algunos diplomáticos extranjeros, todos expresando su determinación de firmeza contra el fanatismo y la violencia, había grupos bien organizados apoyados por el Govern y la ciudad que dejaron claro que su intención no era tanto protestar contra los asesinatos sino más bien reivindicar su propia disputa privada. Las autoridades de la ciudad les permitieron llegar dos horas antes para ocupar todos los puntos clave y preparar su propio espectáculo privado, que mostró una absoluta indiferencia por las 16 personas asesinadas en Barcelona y Cambrils por extremistas.Entre las muchas consignas que llevaban vi una que decía "Fuera el rey Borbón". La pancarta provocó en mí muchas preguntas. ¿Estaba el lema protestando contra el hecho de que el Rey Felipe había visitado en el hospital a las víctimas de los ataques asesinos? ¿Estaba el lema protestando contra el hecho de que por primera vez el Rey participaba en una protesta popular en la calle contra la violencia sectaria? ¿Estaba el eslogan protestando en contra de que el Rey estuviera acompañado por dos personas de la minoría musulmana? ¿Protestaba contra el solemne saludo que los oficiales de los Mossos hicieron al Rey? ¿Protestaba contra los saludos del Rey a los dirigentes políticos tanto de izquierda como de derecha? Si la protesta no se refería a nada de esto, entonces, ¿qué pretendía lograr el lema? ¿Qué significaban, de hecho, algunas de las consignas? Se trataba de una demostración que pretendía encarnar la solidaridad contra la violencia sectaria, pero que terminó demostrando tan obviamente la hostilidad de una minoría de personas a toda una comunidad.¡Claro, por supuesto!, la respuesta a mis preguntas está en la palabra "Borbón". El lema, ya veo, intentaba identificar al Rey Felipe con ese otro Felipe, de hace 300 años, el quinto de su nombre en el trono de España. ¿Por qué los autores del eslogan trataban de expulsar a un Felipe de hace 300 años? Veamos qué sucedió en aquel entonces.Era el año 1701. La estancia de Felipe V en Barcelona duró algo más de seis meses, y todo eran buenos augurios. Los catalanes prepararon fiestas apropiadas para la ocasión. El 2 de octubre fue a la catedral donde juró guardar las constituciones de Cataluña y recibió el homenaje de los tres estamentos. Transcurrieron 10 días y las Cortes de Cataluña presididas por el Rey se reunieron en el monasterio de San Francisco. En su discurso, el Rey expresó la esperanza de que las Cortes atenderían a "todo lo que pueda ser más útil, conveniente y de justicia para su mejor gobierno, conservación y beneficio, mirando por ellos con el grande cuydado particular y cordialísimo amor que les tengo". En una atmósfera de cuidada moderación el Rey accedió a buena parte de las peticiones de las Cortes y concedió varios privilegios de nobleza para miembros de la élite catalana. En agradecimiento, las Cortes le obsequiaron con una bonita suma de dinero para las necesidades reales. Todavía no había gritos de "Fuera Felipe".La satisfacción de Felipe en Cataluña aumentó con la llegada de su esposa. Tan pronto como las Cortes completaron sus negocios, el Rey y la Reina clausuraron juntos las sesiones, en enero de 1702. Aunque quedaban problemas por resolver, Felipe observaba que "hemos mirado con atención estos papeles y hemos hecho quanto hemos podido y más de lo que podíamos hazer; espero lo admitireys como buenos vassallos y estareis contentos". Fue con seguridad una de las reuniones de Cortes en Barcelona con más éxito. El brazo real informaba que el Rey les había otorgado "tan singulars gràcias i prerrogativas quals en pocas Corts se hauran concedits", y un distinguido catalán, Feliu de la Penya, admitía que la sesión había resultado en "las constituciones más favorables que avia conseguido la provincia".Desgraciadamente, el autor de nuestro eslogan debe haber estado activo también en Barcelona en 1702, porque un pequeño grupo en aquella época comenzó a apoyar un movimiento para "Fuera Felipe", y respaldó un movimiento separatista para poner a Cataluña bajo el gobierno de la reina de Inglaterra. La reina Ana de Inglaterra el 7 de abril de 1705 decía explícitamente en una carta: "Hemos dado poderes plenipotenciarios a nuestro fiel y querido caballero Mitford Crowe, que conoce bien esos países, para que haga alianza entre nosotros y el dicho principado". En tiempos de crisis, el separatismo puede ocurrir, y los ingleses se alegraron de provocarlo. Eso, por supuesto, llevó a la guerra, y la muerte eventualmente de muchos miles de catalanes, ingleses, españoles, alemanes y franceses.Hay un lugar junto a la hermosa iglesia de Santa María del Mar en Barcelona, donde una escultura conmemora a los catalanes que murieron en esa guerra, pero no se habla del 90% de muertos que perecieron porque el autor del eslogan y sus amigos querían que la reina de Inglaterra (o, alternativamente, un archiduque alemán) gobernara sobre ellos. Las instrucciones que se dieron simultáneamente de parte de la reina Ana a los mandos militares británicos en aquel momento eran bien sencillas: si los catalanes no aceptan las propuestas británicas, serán ocupados por la fuerza. Cualquier excusa, no importaba lo falsa que fuese, serviría a los propósitos de la armada británica, cuya intención después de la ocupación de Gibraltar era establecer otras bases en la costa mediterránea de España. No podemos dudar de la actitud de la élite catalana. El mismo Consejo de Ciento apuntó en julio del año 1714: "Durante todo este tiempo Cataluña procuró servir a la nación inglesa en todo lo que estuvo en su mano, contribuyendo con tropas y considerables sumas de dinero". El lema "Fuera Felipe", en el que Felipe V fue culpado por todo, se convirtió, con el tiempo, en parte de una mitología sobre el año 1714. La principal y mayor falsedad de todas fue la que afirma que la persona que mandó construir la ciudadela en Barcelona después de la guerra fue Felipe V, con su correspondiente "absolutismo". Esto es una completa fabulación. Felipe V se opuso a la construcción de la ciudadela: para él fue incluso un asunto de cierta importancia, tal y como se lo contó a su abuelo, el rey de Francia, Luis XIV: "Sobre el asunto de la ciudadela el duque de Berwick parece que no piensa como yo". El Rey creía que si los ciudadanos realmente querían rebelarse otra vez, la ciudadela no podría detenerlos. Por tanto, la veía innecesaria. Tenía, por supuesto, la razón.Sin embargo, la leyenda fue creada, y todavía se repite por aquellos que desean mantenerla viva, porque todo el mundo sabe que si dices una mentira suficientes veces, llegará a tomar la apariencia de la verdad. Partidarios de "Fuera Felipe" estaban allí en 1714, y todavía están aquí en 2017, y todavía estarán aquí una generación a partir de ahora. El acceso al dinero público, el acceso a la televisión pública, el acceso a la tecnología de internet, ayuda a difundir la tontería. Los que viven fuera de Cataluña no siempre entienden lo que está pasando. Nosotros, que experimentamos la situación todos los días, sólo podemos esperar que el sentido común prevalezca, concluye diciendo. Dibujo de LPO para El MundoY ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendtHArendt
elblogdeharendt@gmail.comLa verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)