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Es difícil de creer que tras 20 años de democracia en Sudáfrica aún haya informes sobre instalaciones o espacios reservados exclusivamente para “la gente blanca”.
La semana pasada el diario Sowetan denunció que el complejo comercial Vleissentraal de la ciudad de Louis Trichardt, Limpopo, ha habilitado baños segregados para negros. En esta ciudad, como en casi todo el país, la mayoría es negra, representa un 70% de la población y los blancos, un 20%.
Empresarios del complejo aseguraron al periódico que los treinta comerciantes negros que alquilan un espacio comercial en el inmueble deben usar un retrete diferente que el de los blancos y los mestizos. Según un comerciante “hay 4 baños en el edificio, uno para mujeres negras, otro para hombres negros, uno para mujeres blancas o mestizas y otro que es usado por un hombre blanco”. Otra persona afirmó: “Los baños están siempre cerrados y antes de que podamos usarlos debemos pedir las llaves a la mujer blanca que administra el edificio”. Ambos pidieron el anonimato y junto a otros trabajadores se reunieron para encontrar un modo de acabar con esta “segregación y humillación”.
La comisión de derechos humanos en Sudáfrica (SAHRC) ha abierto una investigación para verificar estas informaciones. El propietario de las instalaciones lo ha desmentido.
Museo Apartheid, Soweto. / Flickr. Angaldo Pereira
Más de 500 casos de racismo fueron registrados el año pasado por la comisión de Derechos Humanos. Esta discriminación racial contra los negros se produce sobre todo en zonas rurales del país, donde los trabajadores de granjas, bajo propiedad de blancos, viven en condiciones precarias. Es común ver a trabajadores negros en los remolques de las camionetas de sus jefes blancos en vez de en los asientos libres del vehículo.
El sistema de segregación racial, el apartheid, desapareció en 1994 en Sudáfrica. Éste fue impuesto por la minoría blanca del país que representa menos del 10% de la población. Y aunque la palabra “apartheid” ya no aparece en el espacio público y debate político, los incidentes racistas siguen siendo habituales en Sudáfrica. A casi un año del aniversario de la muerte de Mandela, el apartheid vuelve a llamar la atención de los medios.
“Nadie nace odiando a otra persona por razón de su piel, de su origen, de su formación o de su religión. La gente aprende a odiar, y si los hombres y mujeres pueden aprender a odiar, también pueden aprender a perdonar y a amar”- Mandela.