Podía haber sido unamañana como cualquier otra en el tedioso calendario escolar. Podría haber sidootro de esos Febreros tan cortos o tan largos, según se mire, de no haber sidoporque éste traía un día de más. Quizá, el día que le sobró para haber sidonormal fue el de aquella mañana en que tocaba clase de historia y unosadolescentes pensaron que podían darla en la calle. Hartos de sufrir lasinclemencias de una clase política que ni entienden, ni comparten, decidenmanifestarse, con la espontaneidad que dan sus 16 primaveras, en contra deldesorden establecido.
Podía haber sido unamañana como cualquier otra en el tedioso calendario escolar. Podría haber sidootro de esos Febreros tan cortos o tan largos, según se mire, de no haber sidoporque éste traía un día de más. Quizá, el día que le sobró para haber sidonormal fue el de aquella mañana en que tocaba clase de historia y unosadolescentes pensaron que podían darla en la calle. Hartos de sufrir lasinclemencias de una clase política que ni entienden, ni comparten, decidenmanifestarse, con la espontaneidad que dan sus 16 primaveras, en contra deldesorden establecido.