Abandonad toda esperanza

Publicado el 14 diciembre 2016 por Jose Salgado @exelisis

La esperanza es un estado de ánimo que tendríamos que cuidar y conservar. Como bien dice la RAE, creer que los deseos son alcanzables nos da una fuerza de voluntad, una resilencia (aprovechando que la palabra está de moda) que nos ayuda a superar todo tipo de infortunios y desgracias, y que en más de una ocasión ha servido a la humanidad para dar un paso adelante en y solventar problemas que parecían irresolubles.

Tan importante es este concepto que en la mitología griega tienen el personaje de Pandora y su caja. Dejado de lado esta manía ancestral de asociar el concepto femenino con la llegada de todos los males: Lilith, Eva, etc... el punto fundamental es que a pesar de todos los contratiempos, males, expulsiones y maldiciones siempre nos quedo una pequeña fuerza que nos ayuda a seguir, a mantener el esfuerzo y la concentración, y esto es la esperanza.

De aquellas épocas, con dioses caprichosos, iracundos y vengativos lo que si nos queda como legado es que a una persona se le sigue midiendo por lo que aporta a la sociedad, concretamente se le mide no ya solo por el trabajo sino por los ingresos que tiene. Una de las discusiones que más se repite ahora entre generaciones es que los jóvenes, y no tan jóvenes, lo tenemos mejor porque a ellos les toco sacar a un país de la autarquía e integrarlo en el mundo moderno.

La diferencia entre aquellos tiempos y estos, es que ambos trabajamos igual de duro, hacemos tantas horas como ellos, pero hay un pequeño factor diferencial, ellos tenían esperanza y esta se concretaba en hechos reales que les ocurrían: encontrar un mejor trabajo, poderse comprar una casa, tener una jubilación digna, el esfuerzo siempre recompensa, etc..

Para desgracia de las bases de la ética, la moral y cualquier escala de valores, a día de hoy hemos perdido la esperanza. Ahora mismo el trabajar no te garantiza poder acceder a tus sueños, simplemente te convierte en un pobre con trabajo y ya se pueden ir olvidando de ir de vacaciones o tener algún lujo como ir al cine una vez al mes. Mis padres y muchos de los padres de mis amigos, tenían la posibilidad de irse un mes entero de vacaciones con toda la familia y eso que solo se contaba con un solo salario. A día de hoy ni con dos salarios entrando en casa uno se puede plantear irse treinta días a un hotel.

Aunque esta no sería la peor situación en la que te podrías encontrar, quizás pertenezcas al colectivo que le golpeo la crisis y estas buscando trabajo. Puedes empezar a olvidarte de conseguirlo, todas estas superestructuras estatales y autonómicas que estamos manteniendo no sirven nada más que para intentar denegarte todas las ayudas que puedas intentar conseguir, y si fracasan en el intento, pulsar el botón para hacer la transferencia. Ya no sirve lo que sabes hacer, no sirve tu experiencia y tus logros no son nada más que papel mojado. Ahora se lleva el networking y uno no está por hacer networking cuando su principal preocupación es poder dar de comer a sus hijos.

Con todo esto si tienes más de cuarenta años prepárate para sufrir porque hay una política no escrita de no contratar a estos posibles candidatos con lo que te veo condenado a asistir a cursillos de como emprender, que más que emprender deberían de llamarse "Los trucos usa el estado para engañarte y ahorrarse unos euros a tu costa".

Viendo la situación, en la que los que han conseguido reincorporarse viven tan al límite de su presupuesto que no puede ni invertir en sueños, y los que dependen de familiares o de Cáritas para poder llevarse algo a la boca, me sorprende todavía no hayamos perdido los papeles. Porque en serio, o nuestro sistema basado en la familia funciona extraordinariamente bien y abuelos, padres y demás soportan el coste de familias enteras en el paro, o en cualquier país normal con más de un veinte por ciento de paro tendríamos una revolución, una de esas con sangre corriendo por las aceras.

En un país que acusan, y en algunos casos con razón, de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y lo primero que hacen es, no solo recortar las ayudas sociales cuando más necesarias son, sino que se tiran millones y millones que no se van a recuperar para rescatar cajas, bancos, autopistas y todo tipo de empresas absolutamente pobladas de los sospechosos habituales.

¿Como consigue uno mantener la esperanza con este panorama?,entre los que son la casta y los que quieren serlo, no avanzamos nada en absoluto. En vez de racionalizar el gasto, de priorizarlo correctamente, seguimos con el capitalismo de amiguitos o el comunismo de camaradas, me da lo mismo una cosa que la otra porque el resultado acaba siendo el mismo: un grupo de amigos se beneficia de unas ayudas a fondo perdido que pagamos todos y disfrutan ellos solos.

Somos el pueblo, como le gusta decir a algunos, somos la mayoría, somos los que soportamos este maltrecho estado de bienestar y no pedimos que nos den, pero como mínimo que no nos quiten. Que si se ponen unas normas se cumplan y que se eliminen los huecos legals por donde muchas se escabullen para hacer de su capa un sayo. Que los que si quieren cumplir vean como mínimo recompensado el esfuerzo que hacen, porque como un emprendedor que soy, acepto pagar la parte que me toca pero del mismo modo quiero ver que ese dinero que me quitan a mi, a mis accionistas sirve para que cuando vayamos al pediatra de urgencia no me contestan que esa semana no está y tenga que buscarme la vida con mi hijo enfermo, o que cuando tengo que acudir a la justicia no tarden diez años en dictar sentencia.

Están robando la esperanza, nos están quitando la alegría y la ilusión y cuando alguien pierde esa fuerza básica, cuando ya no tienes nada más que perder porque no esperas nada del futuro, las consecuencias pueden ser bastante negativas. No tanto para el desamparado, pero si para aquellos que viviendo por encima de sus capacidades, al igual que muchos, han conseguido no solo que el estado les rescate, sino que además se han subido el sueldo, han incrementado beneficios y encima no han devuelto ni van a devolver el dinero que le prestamos todos en nombre de unos políticos que cada vez tengo más dudas que sepan lo que significa servir a la ciudadanía.