« ¿Que siquisiera recuperar mis manos?», dijo en una entrevista que le hicieron en elprograma «Evening News» de la CBS. «Por supuesto que sí. ¿Que si quisiera tenermis manos para volver a ser lo que fui antes? No».¿Qué cosapodría llevar a alguien a preferir tan dramática incapacidad? La respuestapodemos encontrarla en el Monte Everest. Porque Beck Weathers fue uno de losque estaba en la cima de esa montaña durante el ahora famoso incidente de 1996cuando una nevada segó la vida de doce personas.Weatherstenía cuarenta y nueve años de edad cuando ascendió al Everest. Para esetiempo, había sido un escalador de montañas durante diez años. Escalar era supasión.Weatherssiempre dedica mucho tiempo a prepararse para el siguiente viaje. Antes delEverest, había escalado seis de las siete cumbres, las montañas más altas enlos diferentes continentes. Y para cada ascenso se sometió a un agotadorrégimen de entrenamiento.El 10 demayo, cuando ascendía a la cumbre, se dio cuenta que tenía problemas. Algunosaños antes se había sometido a una operación de queratotomía para corregir suvisión. Mientras más ascendía en la montaña, la altitud hizo que sus lentessaltaran de sus ojos, lo que lo dejó prácticamente ciego.En esascircunstancias, la decisión más sabia que podía tomar Weathers, era quedarsedonde estaba y esperar y luego unirse al grupo cuando este viniera de vuelta dela cumbre. Pero pronto la difícil situación en que se encontraba fue superadapor un cambio horrendo en las condiciones del tiempo. Una rara ventisca cubriórápidamente la montaña haciendo que la temperatura bajara hasta unos cincuentagrados bajo cero y aumentando la velocidad del viento a setenta millas porhora. La tormenta obligó a cada uno a luchar por sobrevivir. En toda estasituación, Weathers quedó abandonado en la montaña. Pasaron las horas y cayó enun estado de coma hipotérmico.Suscompañeros lo buscaron durante horas sin dar con él. El 11 de mayo, temprano enla mañana lo encontraron. Estaba cubierto con hielo y apenas respiraba.Supusieron que de un momento a otro moriría, de modo que lo dejaron dondeestaba, volvieron al campamento y le avisaron por radio a su esposa que habíamuerto.Nadie hasalido de un coma hipotérmico y ha sobrevivido, excepto Beck Weathers. Dealguna manera él recuperó las fuerzas, se incorporó, buscó el camino ytambaleándose, llegó al campamento. Su chaqueta estaba abierta, su rostroestaba tan negro por las quemaduras que era difícil reconocerlo y su brazoderecho que había estado expuesto tenía un aspecto blanco mármol y estabacongelado en una buena parte.Aun despuésde su milagroso retorno al campamento, nadie creía que Weathers sobreviviría.Pero él se mantuvo luchando. De regreso en su casa en Dallas recibió atenciónmédica. Fue sometido a diez operaciones; le amputaron los dedos de su manoizquierda, le amputaron el brazo derecho a la altura del codo y le construyeronuna nueva nariz usando piel de otras partes de su cuerpo.Al final,Weathers tuvo que someterse a un proceso de aprendizaje radical. Él cree quecambió sus manos por algo mucho más valioso: lecciones sobre él mismo, susvalores y su vida. Él confiesa:Probablementesea la persona más feliz ahora, después de haber pasado por todo lo que me haocurrido. Tengo un juego diferente de prioridades. Uno nunca sabe quién es yqué es, sino hasta que ha sido realmente probado. Usted gana muchísimo máscuando el fracaso lo golpea que lo que pudiera enseñarle el éxito.La actitudde Weathers refleja más que sòlo gratitud por sobrevivir a una tragedia quepudo haberle causado la muerte. Él muestra su capacidad para aprender lo que leha permitido cambiar su vida para bien. Al hacer del sufrimiento su mejoramigo, ha transformado sus fracasos en victoria.Michel E. Young. The Ultimate Challenge. Dallas Morning News.La Vidatiene sufrimientos y la Biblia no los niega, pero sì nos asegura que Dios nossostiene en la vida en medio de las pruebas.Aunque pasepor el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estásconmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento.Tú preparasmesa delante de mí en presencia de mis enemigos; has ungido mi cabeza conaceite; mi copa está rebosando. Salmo 23:4,5.
« ¿Que siquisiera recuperar mis manos?», dijo en una entrevista que le hicieron en elprograma «Evening News» de la CBS. «Por supuesto que sí. ¿Que si quisiera tenermis manos para volver a ser lo que fui antes? No».¿Qué cosapodría llevar a alguien a preferir tan dramática incapacidad? La respuestapodemos encontrarla en el Monte Everest. Porque Beck Weathers fue uno de losque estaba en la cima de esa montaña durante el ahora famoso incidente de 1996cuando una nevada segó la vida de doce personas.Weatherstenía cuarenta y nueve años de edad cuando ascendió al Everest. Para esetiempo, había sido un escalador de montañas durante diez años. Escalar era supasión.Weatherssiempre dedica mucho tiempo a prepararse para el siguiente viaje. Antes delEverest, había escalado seis de las siete cumbres, las montañas más altas enlos diferentes continentes. Y para cada ascenso se sometió a un agotadorrégimen de entrenamiento.El 10 demayo, cuando ascendía a la cumbre, se dio cuenta que tenía problemas. Algunosaños antes se había sometido a una operación de queratotomía para corregir suvisión. Mientras más ascendía en la montaña, la altitud hizo que sus lentessaltaran de sus ojos, lo que lo dejó prácticamente ciego.En esascircunstancias, la decisión más sabia que podía tomar Weathers, era quedarsedonde estaba y esperar y luego unirse al grupo cuando este viniera de vuelta dela cumbre. Pero pronto la difícil situación en que se encontraba fue superadapor un cambio horrendo en las condiciones del tiempo. Una rara ventisca cubriórápidamente la montaña haciendo que la temperatura bajara hasta unos cincuentagrados bajo cero y aumentando la velocidad del viento a setenta millas porhora. La tormenta obligó a cada uno a luchar por sobrevivir. En toda estasituación, Weathers quedó abandonado en la montaña. Pasaron las horas y cayó enun estado de coma hipotérmico.Suscompañeros lo buscaron durante horas sin dar con él. El 11 de mayo, temprano enla mañana lo encontraron. Estaba cubierto con hielo y apenas respiraba.Supusieron que de un momento a otro moriría, de modo que lo dejaron dondeestaba, volvieron al campamento y le avisaron por radio a su esposa que habíamuerto.Nadie hasalido de un coma hipotérmico y ha sobrevivido, excepto Beck Weathers. Dealguna manera él recuperó las fuerzas, se incorporó, buscó el camino ytambaleándose, llegó al campamento. Su chaqueta estaba abierta, su rostroestaba tan negro por las quemaduras que era difícil reconocerlo y su brazoderecho que había estado expuesto tenía un aspecto blanco mármol y estabacongelado en una buena parte.Aun despuésde su milagroso retorno al campamento, nadie creía que Weathers sobreviviría.Pero él se mantuvo luchando. De regreso en su casa en Dallas recibió atenciónmédica. Fue sometido a diez operaciones; le amputaron los dedos de su manoizquierda, le amputaron el brazo derecho a la altura del codo y le construyeronuna nueva nariz usando piel de otras partes de su cuerpo.Al final,Weathers tuvo que someterse a un proceso de aprendizaje radical. Él cree quecambió sus manos por algo mucho más valioso: lecciones sobre él mismo, susvalores y su vida. Él confiesa:Probablementesea la persona más feliz ahora, después de haber pasado por todo lo que me haocurrido. Tengo un juego diferente de prioridades. Uno nunca sabe quién es yqué es, sino hasta que ha sido realmente probado. Usted gana muchísimo máscuando el fracaso lo golpea que lo que pudiera enseñarle el éxito.La actitudde Weathers refleja más que sòlo gratitud por sobrevivir a una tragedia quepudo haberle causado la muerte. Él muestra su capacidad para aprender lo que leha permitido cambiar su vida para bien. Al hacer del sufrimiento su mejoramigo, ha transformado sus fracasos en victoria.Michel E. Young. The Ultimate Challenge. Dallas Morning News.La Vidatiene sufrimientos y la Biblia no los niega, pero sì nos asegura que Dios nossostiene en la vida en medio de las pruebas.Aunque pasepor el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estásconmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento.Tú preparasmesa delante de mí en presencia de mis enemigos; has ungido mi cabeza conaceite; mi copa está rebosando. Salmo 23:4,5.