El “Erika” primero, y luego el “Prestige”, pusieron en el candelero un tipo de buque antiguo que por un flete más barato, bordeaba nuestras costas cumpliendo escasamente las mínimas normas de seguridad y protección del medio ambiente. El endurecimiento de las inspecciones a buques extranjeros ha servido en los últimos diez años para detectar, y detener en puerto, lo que en el argot se conoce como buques substandard. El llamado “Memorandum de París”, en el espacio europeo, tiene ya muchos años recorrido en este tema y precisamente en Enero del próximo año pondrá en vigor un nuevo sistema de inspección. Pero los que han caído en este camino no son solo los buques, también sus tripulaciones. El negocio marítimo en manos de especuladores, en algunos casos, navieros de un solo buque, banderas de conveniencia, pabellones que esconden el paraíso financiero de sus auténticos dueños, han hecho que la escena de abandono se repita en muchos puertos europeos. Tripulaciones de países de la Europa del Este, filipinos, hindúes, paquistaníes, que ni si quiera disponen del pasaje de vuelta para retornar a sus hogares. Tienen “secuestrados” el buque como medida de protección para que se les devuelva sus salarios impagados, pero no queda muy claro por su forma de vida vagabunda, quién es el que secuestra a quién.Afortunadamente existen personas que desinteresadamente trabajan para organizaciones no gubernamentales de ayuda a los marinos, algunas como Stella Maris, que tiene en todos los puertos voluntarios que están dispuestos siempre para echar una mano a los que más lo necesitan. Y como Stella Maris, otras organizaciones de caridad y de carácter religioso o sindical, que son el último hombro donde estos marinos pueden desahogarse de sus problemas. Parece que en estos buques no hubieran pasado los años, los siglos, y que sus marinos abandonados en pequeños camarotes estuvieran siendo protagonistas de una novela de Joseph Conrad, o de Rudyard Kipling por los Mares del Sur o el Estrecho de Malaca; pero no es sino la realidad de una Economía “liberal” que sigue permitiendo la explotación de los trabajadores sin importarle para nada sus vidas maltrechas en cualquier lugar del mundo, alejado de sus familias. La comunidad marítima, la Cámara Internacional de Navegación (ICS) e incluso la Organización Marítima Internacional (IMO) debieran tener presente estos sucesos cada vez más frecuentes y de los que sólo nos encontramos cuando un periodista se acerca por el puerto y se encuentra con esta dura realidad que entonces nos extraña y preocupa.
Publicado hoy en DIARIO DE CÁDIZ.