Tenía preparado un artículo para hoy que empezaba con “La mayoría de nosotras”. He tenido que aplazarlo. Hoy hemos asistido en directo a la abdicación del Rey Juan Carlos, tras 39 años al frente de la monarquía de España. Primero ha sido Mariano Rajoy quien ha convocado de urgencia a la prensa y ha anunciado, en una rueda de prensa sin preguntas, la decisión que ha tomado el monarca. Luego ha sido el propio Juan Carlos quien ha comparecido para explicar su decisión.
La abdicación por Forges
No tengo muy claro que pasará a partir de ahora. Hay quien sí sabe lo que quiere que pase. Y a mí me gustaría saberlo, tener una posición clara y decidida en este asunto (por aquello de que si se organiza ese hipotético referéndum, entender lo que pasa, con sus riesgos, sus pros y sus contras, para poder votar de acuerdo con mis principios). La abdicación del Rey llega en un momento político difícil en el que, después de los resultados de las Elecciones Europeas, algunos partidos nuevos hacen temblar a los barones de partidos viejos, y la necesidad de una limpieza de en sus principales filas, se hace más palpable. Se tiene que volver a reconstruir todo lo que se ha perdido y destruido a golpe de corrupción, recorte, mentira y reforma, a ganarse la confianza de una ciudadanía crispada y no solo en política: los periodistas deben dejar de un lado sus intereses más primitivos y empezar a apostar por la información veraz, porque se necesitan periodistas que cuenten los cambios que estamos viviendo. ¿Y hace falta que desaparezca la institución para llevar a cabo esto o también se podría “reformar”?
Y es que quizá Juan Carlos ya ha cumplido su misión, y por ello se retira. Quizá la cumplió hace tiempo y tendría que haberse ido antes. Quizá este retraso se deba a la comodidad que argumentan algunos. Quizá a otras circunstancias. Quizá ya no se ve con fuerzas. Quizá ha sido el deterioro de su imagen. Quizá lo ha hecho para buscar nuevas oportunidades para la monarquía y darle el aire fresco que representa el Prínicpe, a quien, por supuesto, no le deja el panorama más alentador.
Yo no lo sé, pero supongo que una vez que se toma una decisión, hay que atenerse a las consecuencias, aceptar las opiniones de aquellos que abren paso a la idea de una República nueva (que no, una nueva República), pensar en el casting lamentable de políticos que hasta ahora hemos tenido para llevar a cabo un proceso de renovación, con monarquía o sin ella, e intentar que, a partir de ahora, las cosas no sean inamovibles, sino estables (que, lo siento por algunos, no significan lo mismo). No sé tampoco si España vive su mejor momento para afrontar un cambio a otro modelo de Estado, no sé si la economía (que es la Reina y esa sí que parece no querer abdicar nunca) lo permitiría. No sé hasta qué punto el sistema es de piedra ni si un político haría mejor el papel de Jefe de Estado que un hombre preparado para ello desde la cuna. Supongo que tampoco pasa nada por preguntar. Supongo que la regeneración y la democracia es eso, escucharse unos a otros y dejar de ser rancios con aquellos que opinan diferente.
Son días históricos (y yo con estos pelos). Son días de dudas y de incertidumbre (que nadie responde porque todo compareciente de hoy no acepta preguntas). Son días muy buenos para ser periodista. No sé si los mejores días para plantearse un cambio de tal embergadura, pero quién sabe, quizá vengan días mejores.
Feliz lunes.