Foto: Florencia Manca
- No tendría más de 22cuando un amigo de la Facultad de Económicas, no un amigo cualquiera sino uno que escribía poemas y breves relatos sórdidos sobre perdedores y sexo, nos recomendó, al Conejo y a mi, El que tiene sed. Hasta ese entonces yo no tenía presente la existencia de Abelardo Castillo, que se me impuso con ese relato. Aún recuerdo la imagen del escritor Expósito (su alter) que toma un micro de larga distancia en Buenos Aires para ir a Córdoba a dar una conferencia y llega totalmente ebrio a su destino, al punto tal de no saber quién es ni para qué está allí. Esta situación y otras que afronta este escritor alcohólico nos conmovieron a dos jóvenes que, por aquel entonces, experimentábamos con los límites a que nos exponía la ingesta de alcohol en grandes cantidades (aunque debo confesar que el Conejo era en esta materia invencible).
- ¿Era autobiográfico? Quisimos saberlo todo de este escritor argentino que nos hablaba de modo tan realista acerca de un alcohólico. A diferencia de los cuentos de Bukowsky (aún no había descubierto las novelas de Henry Chinasky) había algo más real, menos impostado en el relato de Castillo. Y además era argentino. Averiguamos que había practicado el boxeo, era de izquierda, escribía cuentos magistrales y vivía de noche (sí, los cuentos magistrales los escribía por la noche).
- Sus cuentos, todos, los leí en los primeros ’90. También recuerdo la lectura de notas y entrevistas en la revista de cultura La Maga, en particular un diálogo con Ernesto Sábato en el que plateaba una teoría sobre la extraordinaria capacidad de entendimiento de los niños (superior a la de los adultos) que la educación formal destruye.
- No sabría explicar el motivo último, pero fue su imagen de escritor, sin duda, una de las que más influyó en mis fantasías de escribir.
Foto: Florencia Manca
· Apenas empecé a escribir este blog, a principios del 2007, posteé una entrada que titulé Las Mínimas de Abelardo Castillo (tomada de Ser escritor, Buenos Aires, 1997, Perfil Libros) en la que copiaba algunos de sus consejos a escritores que pueden encontrar en el link: http://historiasfugaces.blogspot.com/2007/01/sobre-la-escritura.html.- A principios de año leí con atención sus Desconsideraciones (Buenos Aires, 2010, Ed. Seix Barral) y escribí en una libretita de apuntes: “Tal vez, la crítica aún no le ha dado el lugar que merece ocupar en la literatura argentina y latinoamericana. A Abelardo Castillo se lo podría calificar de sesentista, alguien que cree en el modelo de escritor intelectual sartreano, que adhiere a valores morales como la libertad, la fraternidad, la justicia y cree en el compromiso. Puras mierdas para los tiempos que corren. Castillo escribe sobre sus obsesiones filosóficas y sus amores literarios en breves fichas y largos artículos. Nos habla de Jean Paul Sartre y Albert Camus, de Emilio Salgari y Jack London, de Ernest Hemingway y Edgar Allan Poe, de Hermann Hesse y de Cesare Pavese, de Horacio Quiroga y Esteban Echeverría, de Roberto Arlt y una y otra vez de R. Arlt, de Julio Cortázar, de Borges y Sábato y, también, de Manuel Mujica Lainez.
- Dice de J. P. Sartre: “Solo Tolstoi en la Rusia y Miguel de Unamuno en la España se le parecen”.
Dice de Cortázar: “Muchos argentinos de mi generación son deudores de la prosa y el mundo de Cortázar, yo cambiaría el verbo y escribiría somos, si a su nombre se agregan los de Arlt, Marechal, Borges, Sábato y Onetti”.
Foto:Florencia Manca
· El programa de radio (Demoliendo Hoteles, Radio del Círculo de Bellas Artes de Madrid) me da la excusa exacta para poder conocer a tipos como Abelardo. Así que estando en Buenos Aires por unos días, el 1ero. de Mayo le envié un mail en el que le planteaba la posibilidad de grabar una entrevista. No me sorprendió, un par de horas después, recibir un llamado en mi teléfono móvil (que había puesto en el mail) del mismísimo Abelardo. Digo que no me sorprendió porque esa es la marca de los grandes, al igual que Cortázar que no dejaba carta de desconocidos lectores sin responder. Así fue como el martes a las siete de la tarde fuimos con Flor como fotógrafa a su antigua casona de Balvanera y estuvimos ahí, hablando más de dos horas y media con Abelardo. Hablamos sobre escritores y sobre Ernesto Sábato y David Viñas y sobre Borges, Cortazar, Marechal, Arlt…Ahí está grabado el testimonio que quedará por siempre en mi memoria y que ustedes pueden escuchar.
· La conversación la arranqué diciéndole “Nacidoen San Pedro, Provincia de Buenos Aires, hace 74 años, tiene publicadas 3novelas, unas cuantas obras de teatro, 7 libros de cuento y sus artículos sobreliteratura están recopilados en 3 libros, para mí y un sector de la gentevinculada a la literatura es el escritor argentino vivo más importante. ¿Es conscientede este hecho? ¿Siente responsabilidad?”. Luego en otro momento le disparé “enalgún lado anoté que en sus cuentos de madurez aparece la marca del prócer,cierta cosa borgiana en los temas, en el tratamiento de los cuentos”. Habló un rato largo sobre Borges y el cuento clásico. Y, antes, obviamente, negó que le pesara ninguna responsabilidad especial por ser quién es. · Y fuera de grabador, coincidimos con Abelardo que el Turco Asis (Jorge) es un gran narrador (contó que cuando estaba internado el padre del Turco, ya muriéndose, alguna vez fue a esa casa y se largó a contarle, con lágrimas en los ojos, su desesperación frente a este hecho y terminó narrando un relato); discutimos si la mejor novela de Bioy es El sueño de los héroes o La invención de Morel (cuando había llegado Sylvia, coincidimos ella y yo en que es aquella novela, mientras Abelardo afirmaba, en cambio, que es La invención); contó Abelardo que cierta vez entre Leopoldo Marechal y Vicente Battista se entabló la polémica acerca de quién hacía los mejores macarrones Príncipe di Nápoli, que se dirimió el domingo siguiente en la cocina de Don Leopoldo con un triunfo contundente de éste; también refirió la vez que llamó Cortázar a su casa por la mañana y él creyó que lo estaban jodiendo los amigos, hasta que Don Julio pronunció la típica erre afrancesada al decir “Abelardo” que lo convenció de que, realmente, se trataba de Cortázar. Esas cosas nos dijo Abelardo, aquella tarde que no olvidaré.
Foto: Florencia Manca
· De tanto en tanto, vuelvo a la relectura de sus cuentos, como hago con los de Borges, con los de Cortázar. Y siempre descubro algo nuevo, como me ocurre con los de Borges y los de Cortázar. Hace ya tiempo que establecí un trinidad del cuento argentino, mi canon: arriba de todo, Borges; un poquito más abajo, Cortázar y, ahí nomás, Castillo.Audios de 2 programas donde se puede escuchar a Abelardo hablando de su amigo Ernesto Sábato y de literatura argentina. Imperdible. Ir a descargar Ir a descargarBlog del autor del libro de cuentos "Historias fugaces de hombres y mujeres".