La discusión sobre la ética es un tema que aparece con menos frecuencia de la que debería en la escena pública. En ese sentido, quiero agradecer públicamente al abogado Abelardo de la Espriella porque sus declaraciones públicas pusieron a la ética nuevamente en el centro del ruedo.
Tristemente, la ética no llegaba defendida defendida y enriquecida, sino acorralada y señalada. De la Espriella, uno de los tres abogados (junto a Jaime Granados y Jaime Lombana) que se reparten el pareto de los casos penales más mediáticos de nuestro folclórico entorno, hizo una declaración que hizo ruborizar no solo a muchos de los profesores de Derecho, sino a unos cuantos criminales: “La ética no tiene lada que ver con el Derecho”.
Las palabras que mandó De la Espriella son tan escandalosas que aún en nuestro país –que está dominado en todos los niveles, regiones y momentos por la corrupción–, cayó como un trueno devastador. El contexto: De la Espriella era entrevistado por la mesa de trabajo de RCN Radio, encabezada por la periodista Yolanda Ruiz, y allí el abogado defendía a Jorge Pretelt, quizá el magistrado de altas Cortes más cuestionado de la historia desde el punto de vista ético por no facilitar el ejercicio del Derecho.
Según De La Espriella, los encuentros que hubo entre el abogado de la firma Fidupetrol (Víctor Pacheco) y el magistrado Pretelt no violaron ninguna norma, y pese a que la opinión pública los ha señalado como actos poco éticos por parte de Pretelt, “la ética no tiene nada que ver con el Derecho”.
Aunque en la entrevista, De la Espriella intentó por un lado y por otro deshacerse de la frase que acababa de despachar, la sentencia quedó para la historia. El abogado ha intentado en una columna del 15 de marzo (‘Derecho, ética y moral’) en El Heraldo tratar de despejar dudas y de radicalizarse en su posición. En la columna cita al filósofo alemán Johann Fichte para justificarse en que moral y Derecho son “dos ordenamientos diferentes”; en la misma columna, De la Espriella intenta convencernos ya en el primer renglón del segundo párrafo de que ética y moral son la misma cosa. No argumenta sobre eso, simplemente lo escribe sobre piedra para que podamos avanzar, según él, en la discusión.
No soy abogado, ni experto en moral y ética, solamente un ciudadano cualquiera que tiene sus dudas sobre el piso argumental sobre el que descansan las expresiones de un abogado que sale más en los medios masivos que muchos otros profesores de jurisprudencia, periodistas y que cualquier otro.
La ética influye en las normas de conducta de una sociedad, mientras que la moral influye en las normas de conducta de una persona, en su fuero interno
Ya sabiendo ahora sí que ética y moral son dos cosas diferentes, vale la pena insistir en que al menos se mire que la ética si tiene una profunda relación con el ejercicio del Derecho y con su evolución. En su columna del 22 de marzo (‘Derecho, paz, minorías y moral’) sigue reforzando su tesis, basado en cómo la jurisprudencia ha cambiado gracias a que el Derecho se separó de lo moral. Cita por ejemplo el cambio de mirada frente a la esclavitud, el homosexualismo y el aborto como decisiones del Derecho que se separaron de la moral.
Pues bien, aunque todos esos casos citados por De la Espriella son ciertos, lo que el abogado cordobés omite es que las evoluciones del Derecho (diría que todas pero por lo menos estas que cita él) son producto de la reflexión ética de la civilidad, de la ética civil, como diría Adela Cortina, que fragua sus propias discusiones para poder pensar formas de coexistencia. En esos contextos, lo que hace el Derecho es recoger el fruto de las discusiones, mirar escenarios de aplicabilidad jurídica sobre la base de la jurisprudencia y luego construir instrumentos que se sintonicen con la conducta social colectiva del momento emergente. En otras palabras, la ética sí es una fuente legítima del Derecho.
Los logros legales de la comunidad LGBT en todo el mundo son conquistas legales porque primero fueron conquistas legítimas. El Derecho como disciplina viva en la sociedad tiene la obligación de defender los derechos de las mayorías y de las minorías. Así mismo hay que decir que primero ha obrado el principio de la igualdad como base y luego, el principio de la equidad, como evolución de la mirada.
El Derecho puede ser visto como un triunfo de la civilización porque puso normas a nuestra conducta en sociedad; también por la misma razón, podríamos decir que el Derecho es una derrota de la civilización porque sus normas podrían significar que no fuimos capaces, como diría Kant, de autogobernarnos con razón, tanta como para saber que no debemos pasar por encima del otro.
La Constitución Política de nuestro país es una de las más extensas precisamente porque como sociedad colombiana hemos sufrido la derrota de no poder coexistir con la diferencia; nuestra ‘Carta magna’ es tan extensa porque debemos poner por escrito la obviedad de que es delito matarnos y que, por ende, debemos respetar la vida.
Con todo y eso, el gran aporte del Derecho a la ética es que a las buenas o a las malas, todos debemos responder ante la ley y como en el caso de la vida, nos lo recuerda en textos como la Constitución Política.
En lo que no podemos ceder como sociedad es a la idea maniquea de que se puede separar la ética del ejercicio profesional. Y eso va más allá de los códigos deontológicos (esos códigos de ética que escriben los venerables sabios ancianos de cada gremio profesional cuando entran en edad de jubilación) que solo terminan colgados como adorno en los salones de los colegios de profesionales como telón de fondo para sus cocteles, la ética profesional debe ser hilo conductor de cada disciplina, de cada oficio porque al otro lado del profesional está un usuario, un público que espera actuación no solo legal sino legítima.
Del Derecho, doctor De la Espriella, como de otras profesiones, esperamos no solo actuaciones legales; sino legítimas; no solo actuaciones legales, sino éticas. Aunque sean “ordenamientos diferentes” esperamos indivisibilidad en su ejercicio.
En países como el nuestro, el Derecho se ha hecho importantísimo, no solo por la cantidad de casos que llenan los estrados, sino por la complejidad de los mismos, por la sofisticación de los delitos a tal punto que la tipificación de nuevos delitos es de por sí ya una tarea titánica.
Por esta razón, doctor de la Espriella, necesitamos que alguien tan mediático como usted, considere no solo dar ejemplo a través de la comprensión de que Derecho y ética si tienen mucho que ver y que a la vez, sus actuaciones lo evidencien.