Acertadísimas las palabras de Ben Goldacre en su Mala Ciencia, las cuales coinciden bastante con mi punto de vista acerca del progreso y el rechazo al mismo:
No tengo ninguna gran queja en contra del movimiento de defensa de los alimentos orgánicos (aun cuando sus pretensiones sean un poco irreales), pero, aún así, es importante señalar que la tienda de Graham promocionaba la comida que allí se vendía (y hablamos del año 1837) por haber sido cultivada conforme a “principios fisiológicos” en “suelo vírgen sin viciar”. Según el fetichismo “retro” de la época, eso significaba que se trataba de un terreno que no había sido “sometido” a “sobreestimulación” … ¡con estiércol!
En los siete capítulos del libro que he tenido el placer de disfrutar y devorar hasta el momento, me he encontrado con muchísimas frases dignas de ser enmarcadas, sin embargo esta en particular ha atraído mi atención. Inmediatamente ha venido a mi mente un futuro en donde se nos vendan las maravillas de comer “carne clónica ecológica”, o “verduras transgénicas cultivadas sin biopesticidas”. Cómo cambia el mundo.
PD: El tal Graham que se menciona, no es otro que el creador de las famosas galletas Graham.