Abortos en España

Publicado el 18 diciembre 2009 por Crítica

¿Existe la posibilidad de que hoy en día haya mujeres que follen para abortar? A tenor del número de abortos practicados en España, una sociedad abierta e informada, no debería descartarse. Seguramente son muy pocas las que ligan de alguna retorcida manera la práctica sexual con la comisión de un aborto, pero no creo que sea descartable atribuirle cierta causalidad a ambos hechos. El número de abortos y la liberalidad con la que se practica al menos permitiría estudiar clínicamente esta posibilidad.

Las sociedades europeas han cambiado mucho. Hace algo más de sesenta años en Francia se guillotinaba a las abortistas, de hecho la última mujer que pasó por la guillotina en Francia fue una abortera, allá por 1943. En Inglaterra también pasaron algunas por el patíbulo, así como en EEUU y en casi todos los países de Europa en un momento u otro. En general el aborto era un delito grave con penas de cárcel para las mujeres e inhabilitación y cárcel para los médicos. De hecho, el aborto sigue siendo una figura delictiva en toda Europa, aunque en todas partes, excepto Irlanda, se entreabre la puerta a la práctica del mismo gracias a los casos de despenalización.

Hoy en día los anticonceptivos, tanto masculinos como femeninos, están a la mano de cualquiera y a precios verdaderamente populares. Los medios anticonceptivos son cada vez más variados y seguros. La información sobre métodos anticonceptivos es pública y accesible. En los colegios se trata el temas, antes incluso de que muchos de los alumnos están en condiciones de engendrar. ¿Cómo es posible, entonces, que se cometan más de 100.000 abortos al año en España y en una tendencia creciente?

Que efectivamente se haga, es por dos sencillas razones: la primera es que es un negocio muy lucrativo y la segunda es que los gobiernos españoles de derechas y de izquierdas no van a aplicar la ley, ni a hacerla aplicar, si con ello han de romper un tabú que afecta a su colectivo de votos más importante: las mujeres.

Entonces, si es algo sabido y consentido que el aborto es libre en España ¿por qué no se despenaliza? La respuesta es sencilla: si el aborto dejase de ser un delito, e incluso si fuera un derecho, cualquiera que golpease en la barriga a una mujer embarazada y la hiciese abortar apenas tendría que pagar una multa de no haber otros males, eso cuando el agresor no estuviera ejerciendo un derecho. La perspectiva es demasiado aberrante hasta para España.

Respecto a las mujeres, los motivos que las llevan a las clínicas abortivas son muy variados, aunque realmente no tengan nada que ver con los casos despenalizados por el Código Penal, a saber: violación, enfermedad del feto y riesgo para la salud. Es mucho más que dudoso que estos casos supongan ni el 1% de las justificaciones reales de ese centenar de miles de abortos practicados en un año.

Siendo evidente, hasta para el más obtuso, que la ley ha quedado desbordada por la realidad social, trataré de exponer justificaciones reales con procentajes mucho más significativos que los debidos a la despenalización:

  • Con nuestros sueldos no podemos mantener a un niño.
  • Este año me he comprado el coche.
  • Me quedan días de vacaciones del año pasado.
  • Cae en agosto.
  • Llevo un año en la empresa.
  • Tengo que tatuarme y no quiero dañar al bebé.
  • No nos van a entregar el piso.
  • Se casa mi mejor amiga.
  • He pagado un año de gimnasio.
  • No tengo ropa que ponerme.

Estos son los ejemplos que considero más importantes aunque seguramente habrá tantos matices como mujeres en esa dramática situación.

Si nos fijamos en el porcentaje de mujeres que abortan hay un altísimo número de mujeres de países comunistas o exsocialistas: chinas, polacas y rumanas que han vivido los estragos que el socialismo real ha causado en sus sociedades y, por tanto, sufren taras morales difícilmente subsanables. La intromisión de los países socialistas y comunistas en la sexualidad y en la intimidad de sus ciudadanos, ha producido salvajadas sin cuento: tanto si promocionaban el aborto bajo la planificación estatal, como si lo prohibían tajantemente. El resultado de estos abusos siempre supone el embrutecimiento moral de la sociedad. Con estos antecedentes puede afirmarse que para este colectivo el aborto no parece ser más dramático que hacerse un empaste. Apenas otro método anticonceptivo más.

El otro gran sector es el de mujeres jóvenes trabajadoras, de entre 25 y 30 años, muchas de las cuales han recurrido en alguna ocasión a la cirugía plástica. Para ellas sentarse en una camilla para una operación quirurgica no relacionada con su salud no supone algo dramático, ni se contempla como una agresión a su cuerpo. Además han crecido en el materialismo más grosero y en una feroz competencia por asumir los roles sociales masculinos. En este contexto muchas no llegan a plantearse un aborto ni siquiera como un dilema moral. En general para este colectivo el aborto sólo es un médio de sustitución de bebés en el tiempo; cambian el que está en camino pero que no conviene, por el que supuestamente vendrá en el futuro en mejores condiciones.

También hay un buen número de jovencitas a los que la estupidez propia de su minoría de edad les pone en esa disyuntiva. Normalmente ellas de por sí no tienen otra alternativa que la que le propongan los padres. En estos casos son los padres quienes son los responsables de la comisión de un delito, ya que la menor normalmente no cumple ninguno de los requisitos de despenalización. En cualquier caso sabemos de antemano que nunca se les va a juzgar ni a exigir responsabilidades por ello. Otra cosa sería si su hija tira una señal de tráfico con la vespino.

Pero quiero volver al caso que considero más llamativo, el de follar para abortar. ¿Existe para algunas mujeres algún atractivo sexual relacionado con el aborto? ¿Algun tipo de premio psicológico, tal vez relacionado con la apreciación social o la autoafirmación? ¿Podría considerarse el aborto una parafilia sexual? Yo no tengo ninguna duda. No deja de haber ciertos paralelismos con las parafilias sexuales relacionadas con la cirugía estética, que hace unos años sin duda nos hubieran sorprendido. Podría ser el aliciente de disfrutar de un entorno clínico de mujeres y para mujeres. Alardear de los abortos como conquistas personales en ciertos círculos. Vengarse en el feto de una moralidad social reaccionaria. Vengarse del amante en su parte genética; quizá algo del tipo mantis religiosa. Una demostración de fertilidad sin concepción. Podría ser por perpetuar un hábito que se puede considerar juvenil. En cualquier caso sería un apasionante tema de estudio clínico.

El tema del aborto es complejo y lamentablemente está plagado de adulteraciones, maniqueismos lacrimosos y consignas políticas, como la de que "ninguna mujer aborta voluntariamente" ¿Ah, no?¿Y entonces cómo lo hacen? ¿Obedeciendo a una voz interior de su cabeza? ¿Acaso patalean cuando las llevan arrastradas a abortar? ¿No, verdad? Precisamente, por esto, es indispensable plantear públicamente una visión algo más tridimensional del negocio del aborto y las motivaciones primeras y últimas de su clientela.
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