Ante un atentado terrorista, los asesinatos en serie o la muerte de un niño, nos sentimos vacíos. Estos actos de violencia parecen echarnos en cara que la existencia no tiene demasiado sentido, a pesar de que nos pasamos la vida cargándonos de razones y de valores morales, para construir un castillo de naipes que llamamos civilización. Queremos pensar que existe el bien y el mal. Que hay culpables e inocentes. Cuerdos y locos. Por eso, para calificar al terrorista, al asesino o al agresor sexual, solemos recurrir a la comparación con el animal, con la bestia salvaje. Curioso, porque en realidad, un depredador mata para comer. De todo esto habla la ópera prima del director Amin Sidi-Boumédine, la sorprendente Abou Leila, sobre dos policías en busca del criminal terrorista del título. Lo que comienza con un tenso atentado en plano secuencia, continúa en una febril road movie que atraviesa el desierto argelino para perderse por carreteras secundarias mentales que indagan en la locura y en la violencia como un hecho enraizado en la cultura y en la naturaleza humana. Sorprendente, absorbente, poética y por supuesto, violenta, en Abou Leila la cámara de Sidi-Boumédine diluye la frontera entre lo real y lo soñado, dejándose llevar por el delirio pero sin perder el hilo narrativo, descubriendo poco a poco la historia de los dos personajes principales, interpretados por Slimane Benouari y Lyès Salem con gran intensidad. Una interesante experiencia cinematográfica que ha pasado por Cannes, que ha ganado premios en los festivales de Sevilla y en el D'A Film Festival Barcelona, y que lamento no poder ver en una sala de cine, como se merecía esta película.