Realizado entre 1694 y 1696
Óleo sobre lienzo de 66 X 180 cm.
Museo de El Prado. Madrid. No expuesto
Dispuestos a comprender esta obra del maestro napolitano, hemos de conocer cual fue la promesa que Dios hizo a Abraham. A lo largo de la Biblia, Dios se relaciona con su pueblo a través de pactos. Unos acuerdos inalterables y legales, impuestos por Dios, que estipulaban sus relaciones. Es decir: en palabras simples, los pactos son la manera en que Dios se compromete con su pueblo, les dice cómo actuará, y lo que espera de ellos. En ellos se incluyen las promesas de Dios y las condiciones que los hombres deben cumplir. La primera vez que encontramos un pacto en la Biblia es cuando Dios declara que establecerá con Noé un pacto libre de condiciones. A partir de Génesis 12, vemos a Dios estableciendo con Abraham un acuerdo, con el compromiso mutuo que se cumplirá, y promesas que beneficiarán a Abraham y a la humanidad.
Esta promesa contiene cuatro elementos registrados en diferentes momentos de la vida de Abraham:
1º Simiente: Dios promete a Abraham descendencia. Pablo señala que esta simiente es Cristo.
2º Tierra: Dios le promete a Abraham que tendrá un lugar donde morar.
3º Nación: Dios promete a Abraham que sería padre de multitudes, formando una gran nación.
4º Protección y bendición: Dios le promete a Abraham su bendición y que en él serían benditas todas las familias de la tierra.
Los pactos de Dios son confiables, Conforme la historia de la redención se desenvuelve, observamos que, a pesar de la infidelidad de Abraham y su descendencia, el Señor mantuvo su pacto. Y es en Cristo donde la Iglesia Católica encuentra el cumplimiento definitivo de la promesa de Dios a Abraham.
En este óleo de Luca Giordano, Abraham aparece postrado ante el Señor, el cual le señala a otro hombre, en el que está representada la descendencia prometida.
Ramón Martín