Abrazando la filosofía cloud en el entorno de trabajo

Publicado el 11 octubre 2012 por Davidtorne @davidtorne

¿Cuáles son las herramientas que necesitas para trabajar desde tu ordenador? Las utilizas en local, o ¿son aplicaciones web u otras que utilizan la nube para acceder a tus datos? Sea como sea en la última década el concepto puesto de trabajo ha sufrido una conmoción gracias al cloud computing. Las limitaciones de espacio-tiempo desaparecen, convirtiéndose en algo líquido. Colgamos nuestra información a través de servicios haciéndola accesible desde cualquier lugar. En el siguiente post hago un repaso de lo que aporta la filosofía cloud al entorno de trabajo, y en los aspectos de administración de nuestros recursos.

Imagen vía Greg Poirer

No estamos atados por la obligación de trabajar en sincronía con otros miembros de nuestro equipo. Se acabó tener que quedar un día y hora, gracias a los entornos de trabajo podemos crear contenido y colgarlo para ponerlo a disposición de otros. Esto incluye nuestros comentarios sobre las ideas a debatir, cuestiones pendientes de análisis, o cualquier tipo de feedback. Todo comienza con el email como la opción más rudimentaria, hasta las redes sociales corporativas, o los gestores de proyectos en la web, entornos preparados para canalizar estos flujos de información.

Todo queda registrado ya disposición de cualquier miembro del equipo, según las restricciones propuestas por el entorno. Creamos un historial combinando el contenido creado directamente por el trabajo – la parte entregable – y todo el conocimiento generado  a través de la discusión producida durante su desarrollo.

La nube es una plataforma que permite otra forma de trabajar, pero también cambia hábitos y algunos de los valores aplicados al trabajo. Ya no se trata de trabajar individualmente, procesando unas tareas, o una información concreta, obteniendo el resultado más brillante posible para destacar entre los demás miembros del equipo. Ahora además de nuestras habilidades individuales, conocimiento y experiencia, se sumará la faceta social. Esta se medirá por la información y el material que compartimos, como lo hacemos y qué impacto tiene en el grupo de trabajo y en el resultado final.

Algo similar al proporcionado por servicios como Klout, midiendo nuestro impacto en las redes sociales, nuestra productividad será medida por nuestra participación y aportación en la creación del contenido e influencia generada en la discusión paralela.

Atrás queda la sofisticación de los grandes paquetes y aplicaciones de software, a veces excesiva por la cantidad de funcionalidades que nos ofrecen y no utilizamos. El trabajo en la red nos permite acceder a una gran cantidad de software que podemos contratar de forma temporal según nuestras necesidades, o simplemente registrarnos para utilizar la versión gratuita. Las decisiones de carácter estratégico no tienen unas implicaciones tan dramáticas al escoger lo que más nos conviene, la inversión puede ser corregida con un coste más acorde a lo usado.

La otra cara de la moneda es qué incidencia tiene la presencia del proveedor en el uso de los servicios ofertados. En el caso de los servicios de Google no sólo hemos convivir con la presencia de publicidad, en el caso del correo debemos permitir el escaneo de su contenido para reportarle información (valor).

Si hablamos del uso del cloud en el mundo de la empresa, su principal activo es la oportunidad de desprenderse de la infraestructura de hardware necesaria para trabajar, y la supresión de todas las tareas de mantenimiento que de ella se desprenden. Es el viejo principio de dejar centrarse en lo importante y dejar de lado el resto, en este caso lo importante es dedicar nuestro tiempo y recursos a trabajar, dejando de lado tediosas tareas para organizar la estructura tecnológica que rodea nuestra organización y que abrazando un sistema cloud queda en la sombra. Nuestro proveedor se encargará de las copias de seguridad, de mantener operativos los equipos que contienen nuestra información y de hacerla accesible. Externalizamos lo que no aporta valor a nuestra organización.

Hasta ahora hemos hablado de la parte funcional y estratégica del tema, pero también tiene su vertiente productiva, relacionada a nuestra forma de trabajar. El hecho de tenerlo todo disponible en cualquier lugar, a cualquier hora representa un cambio traumático. Debemos establecer un mayor autocontrol sobre cuándo y cómo acceder a la información, marcarnos unos horarios y unos límites para no convertirnos en trabajadores compulsivos que dedican las horas de descanso en mejorar el realizado durante el día, o en preparar la próxima jornada.

De la misma forma que varía la forma de acceso, desde la web, un ordenador o un dispositivo, varía nuestra forma de trabajar: De una forma más pausada en entornos de escritorio donde trabajamos para propósitos generalistas, el uso de dispositivos se restringe para finalidades concretas -Siempre pongo el ejemplo de la foto realizada con el smartphone para recopilar algún dato, o el acceso puntual a una aplicación para consultar información. Haces una foto pero el editas desde el ordenador-

La nube sumada al uso de dispositivos crea un flow continuado de trabajo – al menos permite acceder a él – pero tendemos a no usar esta oportunidad correctamente. La nube se consolidará y se acabará convirtiendo en una plataforma sobre la que estructurar y compartir nuestra actividad profesional y personal, estamos en su inicio. De momento sólo tenemos pequeñas porciones de nuestra información, en un futuro toda nuestra actividad dependerá de él.