Tanto tiempo perdido, se había acostumbrado a vivir en una mezcla,a partes no proporcionales,de melancolía y tristeza.
Paseaba por la vida mostrando su cara más apática.Sonreía, pero no con los ojos.
Se dejó llevar hasta encontrarse en un cruce de caminos:el querido o el debido. Cerró los ojos y comenzó a viajar rumbo al destino decidido. Recorrió las distintas estaciones, los compañeros de viaje, las despedidas, los reencuentros, las sopresas…
Sería un viaje sin retorno y sin arrepentimientos porque era el viaje por el que había decidido apostar.Abrió los ojos, esta vez sonreían.