Abril es un país

Publicado el 01 julio 2024 por Malama
Sin desmerecer su trabajo diario como corresponsal de El País en Portugal, creo que Tereixa Constenla ha escrito la mejor y más fascinante de sus crónicas desde que llegó a Lisboa. Ha tardado poco más de un año y le ha ocupado algo más de trescientas páginas: Abril es un país. Los heroísmos desconocidos de la Revolución de los Claveles es su título, y la ha publicado Tusquets Editores en abril de 2024. Tiene la forma de un libro con el atractivo de la frescura y la actualidad de una crónica porque incorpora la cronología de su propio proceso de creación. El relato basado en entrevistas y en una selectiva tarea de consulta de documentación va pautado con las fechas que lo hicieron avanzar, quizá desde una primera experiencia motivadora que arrancó en la que pudo ser la primera noticia enviada a El País por Tereixa Constenla, la muerte de Otelo Saraiva de Carvalho —el redactor del «guion de la libertad» (pág. 211)— el 25 de julio de 2021. Luego vienen, por ejemplo, la del último día del año 2022, cuando la periodista conversó con el fotógrafo Alfredo Cunha, o la de marzo de 2023, cuando entrevistó a la diplomática Ana Gomes, estudiante activista en los tiempos de la Revolución. Mayo de 2023 fecha el encuentro con la escritora mozambiqueña Paulina Chiziane, y a finales de ese año dice Constenla que «finalizaba este libro» (pág. 303), que, sin embargo, seguirá formándose hasta principios de febrero de 2024, sí, cuando leemos que habla por teléfono con el sacerdote Vicente Berenguer, que vivió la masacre de Wiriyamu en diciembre de 1972. Son estas algunas de las marcas que balizan el presente desde el que se reconstruye un tiempo pasado hace cincuenta años, contado, en afortunada anacronía, en tres grandes partes: «Revolución», «Antes de la revolución» y «Después de la revolución», más un breve epílogo, «Abril es un país». Se lee muy gustosamente como una narración literaria que no pierde en ningún momento su índole histórica. Es otro atractivo esa clave, casi poética —qué presentes están las fuentes literarias de Lídia Jorge o de Sophia de Mello Breyner Andersen—, que juega con el lenguaje figurado en el retrato de lo real, como al calificar el 25 de Abril como el «montaje más perfecto» (pág. 55) de un militar como Otero Saraiva de Carvalho que siempre quiso ser actor; que anima el recorrido con títulos de capítulos a la antigua usanza de la novela popular por entregas («Un encuentro entre colegas», «El Conejo está en la madriguera», «El ataúd más barato del mercado»...); o que extrae toda la belleza visual a esa acción-poema de la camarera Celeste Caeiro ofreciendo un clavel al miliciano de la columna de Santarém que lo acomoda en el cañón de su fusil (pág. 82). Ellos también son esos héroes desconocidos de una Revolución que «democratizó los sueños» y que acompañan en esta crónica excelsa a los nombres principales que aquí se reivindican, como el capitán Fernando José Salgueiro Maia y su mujer Natércia da Silva Santos, como el cabo insumiso y tantos años en el anonimato José Alves da Costa, y como otros que aparecen con sus historias y que recomiendo vivamente que el lector conozca a través de la tan bien llevada narración de Tereixa Constenla. En el apéndice bibliográfico de Abril es un país se enumeran libros, artículos y archivos que han servido para la elaboración de la obra, y que no son más que una muestra de lo que se supone una investigación con copiosos materiales, y así se manifiesta en las alusiones que el cuerpo del texto hace a otras fuentes que no están citadas, como la entrevista del querido Fernando Assis Pacheco (págs. 105, 213, 233), los libros Portugal hoy, de José Gil (pág. 221) o Ascensão, Apogeu e Queda do M.F.A., de Diniz Almeida (pág. 251), y, me pregunto, si una referencia tan llamativa para un lego como yo como el libro de Viale Mountinho Un abril en Portugal que, en traducción de María Fernanda de Abreu, publicó la editorial Júcar en España en julio de 1974, y cuya nota preliminar estaba fechada en mayo de ese año. Una curiosidad. En fin, lo mejor que le ha podido ocurrir a la todavía necesaria reparación de la mirada de España hacia Portugal ha sido la publicación de esta obra de Tereixa Constenla, un regalo que hay que leer para querer más a estos vecinos de abril.