La violencia contra los contrarios a la inmigración está patrocinado por el poderoso establishment y sus aliados: la derecha europea, las instituciones de la UE, los Estados, el Vaticano con el clero católico, el poder mediático, la intelectualidad subvencionada, la gran patronal y la falsa izquierda, especialmente la socialdemocracia, que en todas las cuestiones de primera necesidad está al lado del capital.
Los designios del establishment son siniestros y causan pavor. Las economías occidentales no pueden prescindir de la emigración, que llega aceptando salarios bajos y trabajando más duro que los autóctonos, facilitando así el modo capitalista de producción hoy vigente. Los inmigrantes, aunque su llegada represente el caos, el hundimiento de los salarios y la inmersión en la miseria y el desempleo de gran parte de la población, seguirá llegando. Los más optimistas piensan que el motivo de la riada es proporcionar mano de obra esclava, pero los más atrevidos en el análisis creen que el objetivo es más dramático: arrinconar a los trabajadores autóctonos, acostumbrados a derechos y salarios dignos, sustituyéndolos por esclavos hambrientos dispuestos a todo, al mismo tiempo que se extermina una "cultura" humanista y democrática en la que los ciudadanos tenían derechos y eran libres, sustituyéndola por ejércitos de sumisos acostumbrados a la esclavitud y el hambre.
Con un gobierno u otro, la inmigración seguirá llegando y los estados abrirán o cerrarán la válvula según convenga a las cadenas de producción y a la economía. El establishment decido. Todo lo tiene atado y por eso machaca a los que no están bajo control, a gente como Donald Trump o a la francesa Marine Lepen, a los que clasifica y denigra como ultras peligrosos.
El establishment lleva décadas ganando todas sus batallas, acumulando cada dia más riquezas, traspasadas desde las clases medias y trabajadoras a los ricos, y no está dispuesto a perder la batalla del dominio futuro. Está dispuesto, incluso, a practicar el exterminio de las viejas poblaciones libres, sustituyéndolas por esclavos. La operación incluye el castigo de dos colectivos que acumulaban, según ellos, demasiados derechos y resultan demasiado costosos: los jóvenes, a los que hay que formar, y los jubilados,m a los que hay que proporcionar pensiones.
Se trata de un verdadero genocidio cultural, laboral y humano, eso sí camuflado con mentiras y disfraces, todo apoyado por unos medios de comunicación que dependen de las subvenciones y de la publicidad de los gobiernos para subsistir y que están dispuestos a difundir manipulación, mentiras y confusión.
España es un claro ejemplo de esa política brutal: la cuarta parte de la población está por debajo del nivel oficial de pobreza y otra cuarta parte vive en condiciones de precariedad, pero, a pesar de ese drama, el gobierno, sumiso ante las directrices del establishment, permite que sigan llegando inmigrantes, con lo que ello significa de descenso de los salarios, empeoramiento de las condiciones laborales y consunción de las prestaciones sociales. Eso representa que, a medio plazo, por culpa de esa feroz política diseñada en las entrañas del poder mundial, el 50% de la población autóctona será llevada a una situación límite, con un probable descenso de las pensiones, de los salarios y de las prestaciones en educación, sanidad y protección de los débiles.
Francisco Rubiales