Abro los ojos y me despierto

Por Nesbana

Abro los ojos y me despierto; al instante me lamento: he vuelto a dormir más de la cuenta, más de lo esperado. En pocos instantes tomo mi consabido desayuno y me pongo al lío. Hoy el enunciado es más largo de lo normal: “El conocimiento histórico, tiempo histórico y categorías temporales, el historiador…”. No acabo de leerlo, me abruma el título, me abruma la introducción; caigo en la cuenta del día que es y procuro avanzar con celeridad ante las frases teóricas que se agolpan en el texto. Todo, por supuesto, para no sentir culpabilidad. Pero ahí no acaba todo: me flanquean las distracciones. El estudio de Laurence Rees sobre Auschwitz por un lado; Niebla de Unamuno por otro; mis pasatiempos mentales siempre presentes. Pero no sucumbo: resisto estoicamente las tentaciones aun sabiendo que más valdría entregarme al goce que me flanquea, que perecer ante palabras tan vacías. Termino con valentía la lectura rápida de mis páginas y acudo corriendo a desembotar mi mente con un vistazo rápido del periódico. Lo mismo de siempre. Tan solo me llama la atención una noticia acerca de la violencia creciente en Venezuela, que se sitúa en segundo lugar después de Colombia, y me pregunto: ¿por qué siempre ha de atraernos la violencia, lo más bajo del ser humano, lo más innoble? Pero decido no pensar sobre ello porque me llevaría a dejar de leer mis páginas. Pero sí, como veis, caigo en la tentación de escribir algo, de renovar un poco mi blog semiabandonado por tantas ocupaciones y practicar mi prosa, olvidada por tanta lectura memorística. Y aquí residen estas líneas que no importarán a nadie –tal vez ni siquiera a mí mismo–, pero las escribo para desempolvar mi teclado y mis puntos y coma. Acabo y me dispongo a subir mis líneas al blog y veo mi anterior entrada, “Quimeras” – ¡cuánta desdicha!–; y, al instante, pienso: este año acaba bien, este año que empieza lo hace con ganas e ilusión, y recuerdo todo lo bueno y todo lo malo, doy gracias por ello, y me propongo típicos objetivos en mente. El único y más importante: luchar por lo que quieres y por lo que se quiere conseguir.