Se han cargado la democracia de las bases, aprobando lo contrario. Y ahora, además, quieren aplastar, sin buscar acuerdos, a quienes mantienen el NO, lo que anteriormente habían aprobado y con lo que se presentaron en su programa electoral.
Hay dos fórmulas que podrían salvar los muebles de la división. Lo que se viene llamando una abstención técnica (11 diputados) y la otra que se dejara votar en conciencia. El hecho de tratar de imponer una abstención global bajo el pretexto del voto imperativo es la peor de todas las soluciones.
Una vez cometido la felonía de apoyar la investidura de Rajoy y de haber llevado a una situación grave e irreversible al partido, los grandes popes –barones y antiguos dirigentes, bajo el mandato de Susana Díaz y Felipe González sobre todo— pretenden que los que quieren mantener vivo el deseo de las bases y el programa de las últimas elecciones, queden totalmente humillados y se vean obligados a plegarse a los “poderosos”. Craso error que de mantenerlo pagarán caro, muy caro.
No se conforman con haber dado la vuelta al calcetín, a lo que quiere la militancia –por cierto, quienes deberían ser la última y decisiva voz en un partido— además pretenden que agachen la cerviz los diputados que mantienen el NO a Rajoy, por cojones. En vez de facilitar una fórmula de consenso, prefieren que se vea su fuerza, aunque esta vez les va a salir rana, porque estoy seguro de que por lo menos una docena de diputados están dispuestos a votar NO, con todas las consecuencias.
Por cierto, la libertad de voto de los diputados está recogida en la Constitución y por si fuera poco, también las normas del mismo partido socialista prevén el voto en conciencia y aunque estos fuleros de tres al cuarto encabezados por el tal Fernández hablen de que no es una decisión de conciencia, votar a Rajoy, está claro que están alejados de la realidad. ¿Acaso no es un problema de conciencia cortar una política que ataca a los débiles, que ha aumentado la desigualdad, que esta plagada de corrupción, que se quiere cargar el Estado del Bienestar?
De persistir en el error, ¿qué pasará cuando voten NO esos diputados en desacuerdo con la última decisión? ¿Les multarán? ¿Les echarán del grupo socialista? ¿Romperán relaciones con el PSC? Sólo les faltaba eso. Vista las circunstancias, ¿no sería más adecuada una solución para que todos se vieran representados el día de la investidura?
Está claro que esta dirección provisional prefiere la rendición de sus contrarios, en vez del acuerdo con ellos y la búsqueda de un final pactado. Con una decisión aprobada por el 59% de la dirección quieren dejar totalmente barrido al 41%. ¿Es ésta una forma inteligente de hacer política?
Pues bien, de continuar por este camino conseguirán debilitar, si no dividir, al partido, con la mayoría de las bases apoyando a los humillados. El tal Fernández, flojo, tibio y desganado, es una marioneta de sus capos: Susana y Felipe, y tiene órdenes precisas de activar el “prieto las filas” en el partido.
Actuar de esta forma es actuar de forma cobarde, porque los amantes de entronizar a Rajoy no quieren dar la cara y prefieren quedar sepultados bajo la estulticia de una abstención global traidora. Y así, no quedar como lo que son: traidores a sus bases y a sus electores por incumplimiento del programa electoral.
No valen excusas. Pretender que se vea una unión forzada del partido, al abstenerse todos, no hace sino un daño mayor. Será difícil que el PSOE vuelva a ser un partido de gobierno, porque esa defensa de una gran coalición, para agarrarse como sea al bipartidismo, es hoy una utopía, ya que los votantes socialistas hoy pueden elegir otra opción, clara, rotunda e inequívocamente de izquierdas para hacérselo pagar.
Salud y República