8.848 metros, 8.850 metros, según los GPS actuales, alcanzaron Tenzing Norgay y Edmund Hillary. Recordaréis el segundo nombre, el primero solo era el sherpa encargado de llevar de la manita a Edmund a la cima, Tenzing fue el tipo que le debió decir “vamos por aquí, te explico cómo llegar y pones la bandera”. En realidad, ni siquiera eso: la pareja llevaba un “pequeño” equipo de soporte de 750 personas. Y aunque insistieron en hablar de labor conjunta cuando lograron la proeza, los anales de la historia son más bien cortos de entendederas. Quizá por eso “anal” se aplica tanto a años como a esfínteres.
Vaya. Con lo bonito que quedaba Sir Edmund Hillary ascendiendo con gran esfuerzo y los mocos congelados. En nuestra imaginación seguirá siendo la primera persona que escaló el Everest, más bien solo, cuando lo mejor que hizo en su vida fue ayudar al pueblo nepalí. Sir Edmund fue un gran hombre, recordado por pisar una roca el primer. Desde entonces Subir el Everest se ha convertido en un caro deporte de riesgo al alcance de cualquier persona con buena condición física y mejor predisposición bancaria: pagas, y te llevan. Únicamente el 23 de mayo del 2010 llegaron a la cumbre 170 personas (sin contar sherpas, por supuesto). Otro dato: en el campamento base pueden llegar a reunirse 1.500 personas en “temporada alta”. Eso sí que es una rave de altura.
El Everest ha sido noticia estos días por dos motivos. El primero, que el gobierno nepalí ha decidido poner policías para evitar las reyertas entre alpinistas y sherpas. Los segundos son tan celosos en su trabajo que han llegado a las manos -y navajas- con los primeros, si estos no les dejan hacer su labor.