Abusadores

Por Antoniodiaz
Foto: Juan Pelegrín para LasVentas.com
Nada más salir el tercer toro, y sin saber que iba a salir un quinto que se le fue entero a Manzanares, decía Antonete, en otra época figura del toreo y ahora figura de los taurinos, que Perera y sus compañeros de terna estaban abusando mucho. Da la vida que la ministra Aído no estaba viendo la corrida, sino hubiera mandado detener a estos tres personajes por abusadores. O por malhechores, que también lo son. ¿a quién se creen que engañan cada vez que escupen sapos por la boca cuando se les cae uno de esos toretes que ellos mismos eligen? Lo de hoy, que estoy seguro será loado por muchos taurinos no es más que otro fraude, otra mueca en el revólver de Choperita.
A El Juli, doce años de alternativa, figurón del toreo, presidente de La Fundación Internacional que lleva su nombre, nuevo colonizador de América y recientemente enviudado por la pérdida de La Quinta en San Isidro van a tener que explicarle sus becados alumnos como se coge la muleta para dar un pase natural. Verlo coger el palo por la punta, como con asco, da naúseas. Es el riesgo de ser autodidacta, que a uno le da por sacar la vena artística y un día te levantas de la cama y mientras te pones el batín se te ocurre una suerte taurómaca: La Lopesina. En cambio, se resienten tus conocimientos sobre el pase natural o sobre la suerte suprema, maldito sea el julipié, que quedan sepultados en los titulares por palabras como poder, técnica, ambición o repertorio, que son términos que pueden ser vinculables a un boxeador, un lateral derecho o a un capador de gorrinos. El caso es que ese toreo mecánico y artificial le valió para cortar tres orejas y salir por la puerta grande, la puerta del pabellón, de servicio o lo que sea que haya en Vistalegre.
A Manzanares no le debe gustar la sangre, después de toda la porquería de cuvillos y domeses que nos hemos tragado en los últimos años, su primero, Camarero de nombre, ha sido el novillo menos picado en los últimos tiempos. Parecía un festival: poca sangre, poca casta y pocos cuernos. Lo mejor, y lo peor, llegaría con el quinto, buen toro, según el criterio actual, que se le escapó a medio torear. El toreo de Manzanares hijo es como los manjares de El Bulli : exquisitos los condimentos, pero escaso en lo fundamental. Su toreo al natural, tan despegado hizo bajar la nota de la faena, que volvió a subir tras un final colmado de torería. El alicantino es un privilegiado, un dechado de clase, como Ponce, con el que también comparte esa afición a dejar que entre toro y torero quepa un autobús. Acompañó a su amigo Julián a hombros.
Miguel Ángel Perera, que por su toreo también se podría llamar Miguel Ángel Ojeda, se llevó el peor lote o eso es lo que nos pareció. Porque estando Perera de por medio, no podemos afirmar con rotundidad nada sobre la condición del toro. Desde los primeros capotazos de recibo ya agobia y ahoga la embestida del animal, que sigue los trastos de torear como si estuviera en un tiovivo del Tívoli. Esa pierna descargada continuamente ya aburre, harta y cabrea. Es un fraude absoluto, ¿dónde queda el mando del torero? ¿tiene sentido ese pasa-toro en el que convierte sus faenas el discípulo de Cepeda? Al menos para mí no lo tiene, y por lo visto esta tarde, ya se le está terminando la bula al extremeño. Para ser una figura de ésto hay que demostrar mucho más y, sobre todo, aburrir bastante menos.
Mañana es un gran día: por fín se acaba la Feria de Invierno.