Luego de un par de años en los que le tocó vivir bajo la sombra de su eterno rival, en esta temporada todo parecía indicar que finalmente el Real Madrid iba a poder darse una alegría ante el Barcelona. El supuesto buen nivel que venían mostrando los de Mourinho sumado a algunas dudas que fueron apareciendo en el funcionamiento del Barcelona desde el arranque de esta temporada, ubicaban a los de la Casa Blanca como favoritos por primera vez desde la era Guardiola.
Pero el mejor equipo de la historia logró aniquilar cualquiera de estas conjeturas. Cuando ya parecía que había inventado absolutamente todo para burlarse del Madrid, le añadió al Clásico un condimento que hasta el día de hoy era inédito. Mientras el reloj aún no había alcanzado a marcar el minuto de juego, Valdés falló en la salida y le entregó a los blancos una ventaja inesperada. Y ahí, cuando todos los cañones apuntaban a la aparición de la mejor versión del Real Madrid, empezó el juego blaugrana.
Lejos de mantener la intensa presión que realizó en la jugada que derivó en el gol tempranero, los de Mou se dedicaron a ser espectadores de lujo de la enorme reacción que tuvo su rival. Sin lamentarse ni un segundo, el Barça fue a por todas y de la mano de un más que activo Lionel Messi empezó a convertirse en amo y señor del encuentro. Pero cuando los esfuerzos parecían inútiles y el trámite entraba en una meseta, fue el mismo argentino quien se sacó a 3 hombres de encima para asistir de manera exquisita a Alexis Sánchez. El Chileno le hizo honor a la enorme jugada de su compañero y definió cruzado para decretar el empate.
Si todo esto hubiera ocurrido durante alguna de las últimas temporadas, nada hubiera parecido fuera de lo común. La rareza de esta situación se originó en la enorme prensa que se le realizó al Real Madrid durante las primeras jornadas de este semestre. A pesar de que unos pocos hacían incapié en recordar cuán inferiores eran los rivales que venía enfrentando, la mayoría se encargó de repetir una y otra vez que el Madrid estaba en condiciones de superar al enorme Barcelona. Y, al menos por lo visto hoy, esto parece estar muy lejos de suceder.
El segundo tiempo del conjunto culé fue una verdadera delicia para nuestros lastimados ojos. Tanto antes como después de que se consumara la victoria, el Barcelona le dio una veradera lección de juego a su eterno rival. Con un Messi más pasador que gambeteador y un Xavi en su versión más deslucida, la belleza apareció en su mayor expresión durante los minutos finales en Andrés Iniesta. Si bien no fue su mejor partido, logró iluminarse en la última media hora y se cansó de dejar en vergüenza a toda la defensa madrileña.
Más allá de lo meramente estético, el trabajo táctico realizado por Guardiola durante el desarrollo del encuentro fue simplemente brillante. Una vez que vio que el planteo inicial no funcionaba, convirtió el 4-3-3 inicial en un 4-4-2 pasando a Puyol al lateral derecho para adelantar a Dani Alves al mediocampo y retroceder a Busquets a la saga central. De esta manera, el gran capitán blaugrana clausuró su sector y la dupla central que formaron el joven mediocampista y Piqué tuvo un rendimiento casi perfecto, a tal punto que de ahí en más al Madrid le costó horrores complicar a Valdés.
Si bien lo más probable es que Mourinho y sus dirigidos busquen alguna excusa como lo vienen haciendo de manera religiosa cada vez que pierden el clásico, lo cierto es que esta vez la derrota del Madrid fue sin atenuante alguno. Le guste o no, el portugués deberá seguir trabajando en silencio seis meses más para poder vencer a quien ya se ha convertido en su máximo terror. Mientras, el técnico del mejor equipo del mundo se va festejando a al Mundial de Clubes, porque en España, sigue mandando el Barça.