El trabajo asalariado obliga al hombre a desear vivir en el estancamiento, va contra el principio de la vida. Pues la vida es movimiento, basada en algo que podemos identificar como el deseo vital, esa fuerza interna que nos mueve hacia un punto nuevo, diferente al anterior. El ser humano está vivo para experimentar la vida. Si el movimiento se desarrolla en torno al punto de partida, al igual que lo hace el hámster en la jaula, este girar continuamente conduce de manera rápida al desfallecimiento.
Toda condición humana en la cual una persona se encuentra necesariamente en la misma situación el último día de un período de un mes, de unos años, de veinte años de esfuerzos, que el primer día en que se comienza, guarda cierta semejanza con la esclavitud.La semejanza consiste en la imposibilidad de hacer otra cosa distinta de la que se hace, de no poder orientar el propio esfuerzo. Todo es interminable en esta existencia; su finalidad no se ve por parte alguna: la cosa fabricada es un medio; alguna cosa que será vendida. ¿Quién puede hacer de ella su fin?