Julia, la vicepresidenta del Gobierno en la inventiva de la Gopegui, claramente inspirada en “De la Vega”, se deja querer por un hacker que rompe su intimidad desde el momento que se cuela en su ordenador personal. Un joven hacker con problemas y un abogado con carencias afectivas son las otras piezas del engranaje de esta intriga en clave de thriller que aborda como tema político principal el asunto de la privatización de las cajas de ahorros.
Lo que más me gusta de la obra es el estilo: suelto, fresco y con un gran dominio de la técnica. La abundancia de diálogos, en muchos casos brillantes, afea un poco la cuidada forma de la narración, con un deliberado lenguaje coloquial, pero elevado gracias al amplio abanico de figuras que la Gopegui es capaz de desplegar. No obstante, el juego de espías y conspiraciones obliga a la autora a apoyarse irremisiblemente en el diálogo para poder avanzar la trama. Y, en mi opinión, el hecho de que se hable tanto, de que se hable por los codos, densifica el producto final, tan cerrado y circular en su estructura como un guión de Hollywood.
No cabe duda que “Acceso no autorizado” es una obra que se dejaría adaptar fácilmente al cine o la televisión; contiene material para ello, es un tema de actualidad (aunque quizá deje de serlo dentro de unos meses) y es una obra de personajes. Pero por momentos, sobre todo en la segunda parte del libro, da la impresión que está más cerca de un guión literario que de una novela. Hackers, espías, abogados, virus informáticos, virus políticos y una retahíla de términos técnicos apuntalan esta historia a la que, me da la sensación, le pega más una localización de Manhattan que una ibérica.
En cualquier caso, y como conclusión, diré que se trata de una obra valiente y muy bien escrita. Pero también irregular: engancha al principio y se hace densa al final.
Como diría el mal-herido: me vale.
Acceso no autorizado. Belén Gopegui. Mondadori, 2011.