Creo firmemente que las relaciones públicas son una excelente herramienta para construir la imagen positiva de una empresa o de una carrera política, pero también pueden ayudar a restaurarla si está dañada o deteriorada.
La teoría nos dice que los resultados de un buen Plan de Relaciones Públicas e imagen lograrán que la gente esté más dispuesta a hacer negocio con una marca, tendrá más posibilidades de venta y también que la marca se perciba como un líder. Los medios y el público confiarán más en ella y tendrá mayor credibilidad en tiempos difíciles o de gran competencia. De manera proactiva y pasito a pasito, las relaciones públicas sirven para anticiparse a la mala publicidad y a la competencia.
Lo primero es definir lo que queremos y cómo lo vamos a lograr. Es decir, a cada objetivo le debe corresponder, siempre, por lo menos una estrategia. Luego se debe partir de un mensaje clave. Elaborar el plan de acción, es decir, enumerar cada una de las actividades específicas de acuerdo con las prioridades de la empresa. Y, por último, cada vez estoy más convencida que todo este trabajo se queda en prácticamente nada si no se trabaja en una buena red de contactos. El trabajo con los medios es fundamental, por ello lo primero sería construir relaciones fuertes con periodistas y comunicadores en general. Una labor previa de investigación, seguimiento de lo que escriben y potenciar los encuentros para tomar un café o una comida con nuestros clientes.
Ningún plan de relaciones públicas puede producir un cambio positivo en la percepción pública de forma inmediata y mágica, se requieren años, mucho esfuerzo y dedicación y el envío permanente de buenos estímulos.