Esta mañana al despertar he sentido algo diferente a mi alrededor. Al principio creía que era el aumento de la temperatura que ha traido consigo la entrada del tan esperado verano, que tanto se hace de rogar en estas tierras norteñas. Luego he pensado que quizás lo que me extrañaba era que me apetecía ir un rato a la playa, cosa que en mi no era para nada usual, pero que desde que paso meses enteros sin ver el sol, se ha vuelto algo un poco más habitual. Pero no, no era nada de eso. Finalmente he dado con la causa de que el ambiente esté tan cargado de una energía sumamente poderosa. Se acerca el concierto de ACDC del lunes, y todo tiene un maravilloso aroma a rock ´n roll a mi alrededor.
Ayer comenzó el montaje del escenario en el estadio de San Mamés, que ha llegado hasta Bilbao no en uno, ni en dos, sino en ¡TRECE! trailers repletos hasta arriba. Setenta personas trabajando bajo un sol abrasador para que todo esté a punto en la mágica noche del lunes 28 de junio de 2010, una fecha que a buen seguro quedará grabada en mi memoria para siempre. Cien técnicos de sonido curran entre metros y metros de cables, entre montañas de altavoces, amplificadores y columnas de sonido para que la legendaria banda de rock australiana vomiten sobre el escenario de la capital vizcaina la banda sonora del infierno, si es que existe. Nada de arpas doradas ni gordos angelotes de dorados tirabuzones. El lunes sólo se escuchará el rugido de la Bestia del Rock, un cóctel exquisito con la voz de Brian Johnson y la fuerza a la guitarra de un Angus Young que parece haber firmado un pacto con el mismísimo diablo. Ojalá sea así y duren eternamente. De momento, sigue mi espera. Aquí dejo el tema War Machine, grabado el pasado día 22 en Berlín, antes de sus dos últimas paradas de la gira en Sevilla y Bilbao.