El aceite de ricino (también conocido como aceite castor) es muy utilizado en la confección de bálsamos labiales, también para endurecer uñas y acelerar el crecimiento de pestañas. Además, es ingrediente de muchos productos de limpieza facial y cosméticos caseros.
Se obtiene a partir de la planta Ricinus communis que contiene aproximadamente un 40 a 50 por ciento del aceite. El aceite a su vez contiene el 70% triglicéridos del ácido ricinoléico. Esta planta es altamente tóxica y venenosa, por lo que al fabricar el aceite éste pasa por un tratamiento con calor, gracias al cual pierde dichas propiedades.
El ricino puede llegar a medir seis metros de altura, pero la mayoría de as veces no crece más de 2 metros. Sus hojas alargadas y palmeadas con semiverdosas.
Las semillas del ricino son usadas para sacar el aceite de ricino, sustancia con poderosas propiedades purgantes. Las hojas de la planta son galactogogas, es decir favorecen la formación de la leche materna.
El aceite de ricino es fácil de obtener en las tiendas de química, supermercados y tiendas naturistas.
Además, es enriquecedor y calmante. Es muy efectivo para contrarrestar la resequedad en el cabello causada por tintes químicos, exceso de sol, agua salada o uso de shampoo anticaspa. Contribuye a mantener perfectamente arreglado el peinado más complicado.
El aceite de ricino es excelente para fortalecer las uñas y además proporciona una rica variedad de aceites corporales, abrillantadores para los labios y aceites de baño, todos los cuales enriquecen y benefician a las pieles secas.
Untado en la piel del estómago mata las lombrices y los dolores cólicos, cura la sarna y limpia las úlceras. También se recomienda poner una gota del aceite en los orzuelos incipientes.
Por último, podemos decir que el aceite de ricino es un excelente laxante, ya que actúa irritando la mucosa del intestino delgado con lo que provoca una estimulación del peristaltismo, presentando una acción purgante del organismo.