Desde el domingo pasado somos ya una bonita familia de cuatro. La nena se adelantó tres semanas, siguiendo exactamente los mismos pasos de su hermano, y vino al mundo en un parto natural y maravilloso que me ha confirmado que las segundas oportunidades existen. Ha sido un parto que me ha reconciliado con mis miedos y que me ha sacado, por fin, la espina del primero.
Ser capaz de dar a luz sin epidural, ayudarme a dilatar con el movimiento y controlar los pujos y el dolor me ha hecho sentir muy orgullosa de mí misma, por haber superado mis miedos y límites. Me he sentido eufórica por lo conseguido, por traer al mundo a una preciosa y pequeñita niña y por poder haber disfrutado del momento de piel con piel en mi pecho durante las dos primeras horas de su vida.
En comparación con el anterior parto inducido e instrumentalizado, la recuperación de uno sin epidural y sin episiotomía es sorprendente. Únicamente los entuertos y las grietas me recordaban que tenía que descansar, pero tras el alta del hospital me seguía sintiendo llena de fuerza y eufórica por el final feliz.
Pero el posparto está ahí por algo y el puerperio hay que pasarlo, no borrarlo de golpe y porrazo. Una dolorosa ingurgitación mamaria y una tortícolis me devolvieron a la realidad. En el puerperio hay dolor, hay cambios y se necesita un tiempo de adaptación a ello. Pasar la cuarentena es imprescindible, por muy bien que te encuentres.
Quería salir a pasear y retomar mi vida social, quería volver a meterme en mi ropa previa al embarazo, obviando mi hinchada vacía tripa y volver al verano en el punto en el que lo habíamos dejado, pero no es posible. Los vestidos siguen marcando tripa y los loquios me recuerdan que aún es difícil incorporarse de la cama. Me ha costado darme cuenta, pero lo he aceptado.
No está todo hecho: el útero sigue trabajando, aunque en sentido inverso, mis pechos siguen necesitando un tiempo para adaptarse al ritmo de tomas del bebé y necesito ganar fuerza en las piernas y en la tripa para ser la de siempre. Unas semanas más de descanso y adaptación, también para que cada uno de nosotros encontremos nuestro sitio en la familia de cuatro que ya formamos.
Empieza una interesante época de cambios que ya estamos disfrutando. ¿He dicho ya que tengo un bebé precioso? 🙂