Hace un tiempo, a traves de un enlace que encontré en facebook, llegué a un video de un programa llamado De buena Ley, donde se trataba el siempre delicado tema del cachete.
No conocía el programa, que por cierto me pareció malísimo, pero me llamó la atención el tema a tratar y como defendían las distintas posturas. Resumiendo un poquito, os cuento que se trataba de dos mujeres: una de ellas era una mujer separada, madre de un niño y la otra era la actual pareja del ex de la primera, a su vez también madre, que durante fines de semana alternos se ocupaba tambien del hijo de la primera (espero haberme explicado).
El caso es que la madre del chiquillo, decía que cuando este iba los fines de semana a casa de su padre, en alguna ocasión el pequeño había recibido un cachete, empujón o similar, por parte de la actual pareja de su ex (lo ví hace tiempo y no recuerdo exactamente los detalles). Ella decía que jamás le había puesto la mano encima a su hijo y que bajo ningún concepto iba a consentir que nadie ejerciera ningún tipo de violencia sobre el. Hasta ahí comparto totalmente su opinión..me parece lógico y comprensible que no consientas que nadie pegue a tu hijo y estas en tu derecho de denunciarlo.
Por el otro lado, la otra mujer se defendía diciendo que el niño en cuestión era imposible, que estaba muy maleducado, que no tenía límites y que esto perjudicaba a como ella educaba a sus hijos. Por lo tanto, sentía que, el tiempo que convivieran juntos, debía tratarlo como a un hijo más y aplicar las mismas medidas y disciplina.
Los que me leeis ya sabreis que, en principio, está muy claro hacia que postura me decantaría...siempre he dicho que ni tolero ni justifico ninguna actitud violenta contra un niño, ya sea física o psicológica. Así que en principio, debería de identificarme con la mujer que defendía el derecho de su hijo a recibir un trato adecuado y no violento. Además, esta mujer, hablaba de una serie de cosas relacionadas con la crianza que comparto.
Pero había un problema...algo que me hacía rechazarla. Y era que sus palabras, sus gestos, su manera de defenderse, estaban cargadas de violencia. Hablaba a gritos, no respetaba el turno de palabra, estaba exaltada...aparentemente no existía coherencia entre lo que defendía y lo que aparentaba ser.
Como podemos estar castigando la violencia si para defendernos estamos haciendo uso de ella? la violencia no solo está en un golpe, sino que también está en una palabra, en una actitud. No podemos proteger a nuestros hijos de la violencia ni evitar que ellos a su vez sean violentos, si nosotros, aunque sea para defender algo que consideramos justo, no dudamos en utilizarla.
En alguna ocasión he oido a alguna madre decir a su hijo que no consienta que los compañeros del cole le peguen y, que si lo hacen, que el les devuelva la torta. Pues el caso de esta mujer me pareció igual de absurdo: niego que traten a mi hijo con violencia, pero con mi comportamiento le muestro que ante según que situaciones está justificado hacer uso de ella.
Puede ser que otras personas que vieron el programa no sacaran las mismas conclusiones que he sacado yo y que la manera de expresarse de esta mujer les pareciera normal, pero yo hablo de la impresión que me dió a mi.
Hubo otra cosa que me sorprendió bastante y fue la cantidad de gente del público que defendía una torta a tiempo o un cachete como un método educativo. Sé que es una práctica aún bastante extendida, pero nunca imaginé que tanto (y menos entre gente más joven).
Creo que en estos temas tan delicados tan importante es lo que defendemos como cómo lo defendemos. Si caemos en la incoherencia, si nos mostramos en contra de la violencia pero lo hacemos violentamente, si transmitimos a nuestros hijos el mensaje de que hay que hacerse escuchar a gritos y a insultos, dificilmente conseguiremos erradicar según que costumbres.
No solo tenemos que enseñar a nuestros hijos que no deben tolerar una torta ni dársela a nadie, sino que debemos ofrecerles las herramientas que les permitan enfrentarse al mundo sin violencia. Y para ello, es fundamental que demos ejemplo. Si faltamos al respeto, si hablamos a gritos, les estamos dando un ejemplo equivocado...les estaremos enseñando que la violencia termina siempre y cuando no peguen, y eso no es así.
Espero ser capaz de transmitir a David que el respeto hacia el otro es fundamental y que a veces una palabra puede doler más que un puñetazo. Espero saber enseñarle que no se entiende mejor al que habla mas alto, sino al que tiene la capacidad de explicarse correctamente.
Y por eso me esfuerzo todos los días en eliminar comportamientos interiorizados, de los que salen sin querer y que le pueden producir contradicción. Me esfuerzo en condenar la violencia, no desde la palabra, sino desde el corazón, porque creo que es la única forma de ser coherente con lo que defiendes: creyendolo de verdad.