El otro día, en una conversación en La Casa Azul, salió un tema que me pareció muy cierto y que me hizo pensar mucho y es como utilizamos las palabras de los demás para poner nombre y exteriorizar nuestros propios miedos.Voy a tratar de explicarme:
Al cabo del día son muchas las cosas que escuchamos de los demás y no todas muy acertadas. Pero, por alguna razón, pasamos por alto muchas de ellas y nos sentimos molestos con una en particular, sin que, a priori parezca mas inoportuna ni molesta que el resto. Pero algo en nosotros se pone en marcha, a la defensiva, y nos indignamos con el comentario recibido...
Por ejemplo, en mi día a día, recibo algunos comentarios acerca del tema colecho (afortunadamente no demasiados, puesto que no voy aireando por el barrio como dormimos) y, aunque no comparto ese punto de vista, ni le presto especial atención ni me enfado...de hecho me olvido de ellos al minuto.
En cambio, cuando me preguntan acerca de porqué David no va a la guardería y me dan su opinión al respecto, o me dicen si empezará el año que viene el cole, inmediatamente me pongo a la defensiva y, en lugar de pasarlo por alto, estoy dandole vueltas al tema, incluso necesito hablarlo con papá.
Tras conversar acerca del tema y reflexionar acerca de ello, me he dado cuenta de que no es mas grave ni mas molesto el que me hablen del cole que del colecho. En los dos temas se muestran contrarios a mi manera de hacer las cosas y, sin embargo, la importancia y la gravedad que le doy a una cuestión y a otra no es la misma.
Y creo que no le doy la misma importancia porque con el tema del colecho estoy totalmente en paz...no tengo dudas ni me genera inseguridades. En cambio, como ya os comenté en el post anterior, el tema del colegio si que me genera inseguridad y angustia...de ahí que no le dé la misma importancia a los comentarios que giran alrededor de un tema u otro.
Muchas veces nos equivocamos y damos a los comentarios de los demás una importancia que no tienen. Pensamos que nos hemos enfadado por tal o cual cosa que nos ha dicho este o aquel, cuando realmente no es así. Lo que hemos hecho es utilizar esas palabras de una tercera persona para volcar en ellas nuestras inseguridades. Las utilizamos para "darnos permiso" para mostrar nuestro enfado que, en la mayor parte de los casos, no es con los demás sino con nosotros mismos.
Por eso, creo que es bueno reflexionar acerca de aquellos temas que nos hacen enfadar especialmente, porque pueden indicar problemas no resueltos con nosotros mismos.
No sé si he sabido expresar lo que quería ...espero no haber resultado muy confusa!!!