En 1577 un diácono de la iglesia local vio unas luces extrañas que provenían del sepulcro del niño. Entonces se excavó en el lugar y se halló el cadáver incorrupto, sin rastros de la incineración provocada por el rayo. Fue llevado el cuerpo a la iglesia y luego de algunas averiguaciones, se comenzó a darle culto oficial. Así, el lugar "maldito", pasó a ser un sitio "santificado" en poco tiempo. Los peregrinos comenzaron a llegar y los milagros seguían ocurriendo. El caso y las reliquias se hicieron muy famosos, llegando a las grandes ciudades y a la cúpula de la Iglesia Rusa, la cual vio con buenos ojos el culto al santo niño, canonizándole oficialmente en 1640. En 1648 el Zar Alexis Mijailovich construyó un monasterio en Verkolsk para custodiar las reliquias de San Artemio, que se trasladador allí el 20 de octubre del mismo año.
Su culto llegó a Norteamérica en el siglo XX cuando la iglesia ortodoxa rusa fundó el "Anthioquian Village", Pensilvania. El santo niño se le habría aparecido a un iconógrafo para pedirle que le pintara. El P. John Namie le explicó quién era el santo niño y se cumplió el pedido del santo.
A 23 de junio además se celebra a:
Santa Etheldreda,
reina y abadesa.
San Walter de Onhaye,
presbítero y mártir.
San Simeón Estilita,
el Joven.