En 1996, Estados Unidos dispuso fortificar las harinas, los panes, las pastas y otros productos de granos con ácido fólico, la versión sintética del folato, que es una vitamina B, para reducir la tasa de los defectos del tubo neural, malformaciones congénitas graves del cerebro y la columna. Una preocupación era la capacidad de la vitamina de favorecer la aparición del cáncer; algunos estudios habían asociado la fortificación de los alimentos con un aumento de los casos de cáncer de colon en los adultos, aunque se ignoraba si el ácido fólico es el causante. El equipo de Linabery analizó las tasas de cáncer en menores de 5 años registradas oficialmente entre 1986 y el 2008. En ese período se les diagnosticó cáncer a 8.829 niños. En general, las tasas de cáncer fueron similares antes y después de la fortificación alimentaria. Pero dos cánceres fueron la excepción: el tumor de Wilms, un tipo de cáncer renal, disminuyó de 18 casos por cada millón de niños por año a menos de 15 casos por millón. El otro cáncer, conocido como tumor neuroectodérmico primario, pasó de cuatro casos por millón por año a menos de dos casos por millón. Ambos cánceres son bastante raros y nadie sugiere que las embarazadas consuman ácido fólico para prevenir esas enfermedades en sus bebés. "Pero pensamos que las mujeres deben recibir ácido fólico debido a que está demostrado que previene los defectos del tubo neural", dijo Linabery. Las limitaciones del estudio incluyen que se concentró en los patrones nacionales y no en la relación entre el consumo real de ácido fólico en las mujeres y el riesgo de sus hijos de desarrollar cáncer. Aun así, Linabery sostuvo que "es importante consumir ácido fólico en la edad reproductiva". Y estos resultados, agregó, reafirman que la fortificación de los alimentos no aumentó la cantidad de cánceres infantiles en Estados Unidos. FUENTE: Pediatrics, online 21 de mayo del 2012 Reuters Health
En 1996, Estados Unidos dispuso fortificar las harinas, los panes, las pastas y otros productos de granos con ácido fólico, la versión sintética del folato, que es una vitamina B, para reducir la tasa de los defectos del tubo neural, malformaciones congénitas graves del cerebro y la columna. Una preocupación era la capacidad de la vitamina de favorecer la aparición del cáncer; algunos estudios habían asociado la fortificación de los alimentos con un aumento de los casos de cáncer de colon en los adultos, aunque se ignoraba si el ácido fólico es el causante. El equipo de Linabery analizó las tasas de cáncer en menores de 5 años registradas oficialmente entre 1986 y el 2008. En ese período se les diagnosticó cáncer a 8.829 niños. En general, las tasas de cáncer fueron similares antes y después de la fortificación alimentaria. Pero dos cánceres fueron la excepción: el tumor de Wilms, un tipo de cáncer renal, disminuyó de 18 casos por cada millón de niños por año a menos de 15 casos por millón. El otro cáncer, conocido como tumor neuroectodérmico primario, pasó de cuatro casos por millón por año a menos de dos casos por millón. Ambos cánceres son bastante raros y nadie sugiere que las embarazadas consuman ácido fólico para prevenir esas enfermedades en sus bebés. "Pero pensamos que las mujeres deben recibir ácido fólico debido a que está demostrado que previene los defectos del tubo neural", dijo Linabery. Las limitaciones del estudio incluyen que se concentró en los patrones nacionales y no en la relación entre el consumo real de ácido fólico en las mujeres y el riesgo de sus hijos de desarrollar cáncer. Aun así, Linabery sostuvo que "es importante consumir ácido fólico en la edad reproductiva". Y estos resultados, agregó, reafirman que la fortificación de los alimentos no aumentó la cantidad de cánceres infantiles en Estados Unidos. FUENTE: Pediatrics, online 21 de mayo del 2012 Reuters Health