Ayer, de camino a la presentación de este libro de Pilar Galán, vi el anuncio de la próxima apertura de una clínica dental en Cáceres: «1.000 m2 de ilusión». ¿Una clínica dental o un parque temático? Y pensé en que Pilar le podría sacar partido a esto. Se le da bien el cuento, la literatura concentrada en términos precisos, como los renglones contados del juego de hacer versos. Como la mirada cuadrable, cotidiana y fantástica de su admirado Juan José Millás. Acierta siempre. La última vez fue con su anterior libro de relatos, Paraíso posible, y ahora con Tecleo en vano,también publicado por De la luna libros y compuesto por veintidós cuentos, unos muy breves («Declaración de amor»), otros más largos («Lección de literatura»), y alguno, el último, de dudosa pertinencia literaria, a pesar de su intención estructural y de su rotunda pulsión sentimental («Mesa camilla o estructura circular»). Acierta Pilar —se me ocurre un calambur dirigido a cierta Pilar que estuvo y no estuvo en la presentación. Acierta Pilar —y su hermana Carmen, que la presentó ayer— en llamar a estas delicias «cuentos lingüísticos», hilarantes algunos —como son sus presentaciones—, y acierta en convertirlos en muestras del respeto que una escritora y profesora tiene por las palabras. Porque con ellas se alcanza «la raíz tenebrosa de la vida», como dijo el maestro Francisco Brines, y son, al cabo, las que explican que acierte Pilar en trufar la coña con textos estremecidos como «Volver, con la frente marchita» —encabezado con unos versos de Luis Rosales—, y conmovedores y tristes como «No se ofenda usted, caballero». Acierta Pilar en seguir fomentando su punto de vista subjetivo, su primera persona, su manera de hacer un cuento confesional y memorioso, como una fe de vida. Acierta Pilar en repetir en varios cuentos alusiones al picor causado por la ropa —en «Declaración de amor», «Yinguel bel», «Una espiga dorada por el sol»—, que debe de ser una de esas marcas del pasado que se convierten en antojos literarios. Acierta Pilar en ese paratexto que ha puesto en la cuarta de cubierta y que es otro microrrelato que contiene el índice del volumen, que remite a casi todos y casi cada uno de estos benditos cuentos sobre los que, a estas horas, estoy seguro, no he tecleado en vano. Acierta Pilar.